Adolph Hitler antes de atacarnos.
Duchamp lanzándose a todo.
Francis Bacon en acción.
En ocasiones, una servidora se saca un texto de una pequeña obra, a veces esa obra se engrandece y lleva a otras cosas más allá de sí misma y en otras ocasiones se parte de algo inabarcable y llega la tarea ingente de hacer una selección lesiva. Esta vez mi propósito era hablar de David Levine, en realidad hablar de su obra como caricaturista en el New York Review of Books (como si fuera eso reducir mucho).
Nixon cagando bombas.
Los Gorbachov y los Reagan en la cama.
Benazir Bhutto, primera mandataria musulmana.
No sabía en realidad dónde me metía. En esos momentos buscaba algo ligero de lo que hablar puesto que no tenía demasiado tiempo y me dije pues ¡David Levine! Unas caricaturas aquí y allá, algún comentario que las una et voilà pero me salió el tiro por la culata. No solo a medida que iba indagando me daba cuenta que caricaturas desde 1963 hasta 2007 son muchas caricaturas sino que esas caricaturas no eran inocentes. Haciendo el recorrido temporal te das cuenta de que ahí hay una historia paralela de la humanidad en esos años. Aquí, señores, hay dinamita.
Marie Curie aplicándose el cuento.
Los hermanos Gershwin con su tarea.
Lo que me sorprendió era ver el perfil de seleccionados. No solo por la diversidad de profesiones e intereses mostrados a través de los personajes públicos sino también por la diversidad de lugares de origen. Uno piensa en EEUU y le sale una retahíla de cosas negativas sobre todo la de mirarse el ombligo y tenerse como punto de referencia y medida para todo. Una vez refutado esto (en este caso particular y concreto) me he frotado las manos.
Alice B. Toklas, la todo de Gertrude Stein.
Sartre dentro de Flaubert por El idiota de la familia.
David Levine, que nació en Brooklyn, participó en The New York Review of Books desde que se creó esta revista en 1963. También trabajó para Esquire, Time o Playboy. Además de sus ilustraciones tiene una obra pictórica que contrasta bastante con esta porque sus acuarelas retratan ciudadanos comunes con bastante compasión. Reubicándonos en la caricatura, desde 1963, David Levine dibujó algunos personajes que se repiten insistentemente, como los presidentes Lyndon Johnson o George Bush, Sartre o Freud mismo. Susan Sontag es una muestra curiosa del paso del tiempo pues nos aparece sin raya canosa, después con su famosa raya canosa y al final toda canosa ella.
Susan Sontag 1.
Susan Sontag 2.
Susan Sontag 3.
No sé si está bien comparar, o si incluso hay comparación posible porque los elementos y circunstancias han cambiado, pero permitiéndome la generalización y viendo los personajes que dibujaba David Levine, me viene una época o una publicación, más diversificada, donde todas las materias se expandían más allá de su propio círculo. La especialización y guetos que ahora tenemos es evidente. Lo digo porque o eres político, o eres cultureta, o eres científico. Hay que asomarse a todo. Y la verdad es que ha sido un muy buen ejercicio para mí acercarme a estos dibujos y descubrir figuras candentes entonces que fabricaron nuestra historia actual. Porque el pasado hay que usarlo como trampolín hacia el presente y si no se sabe dónde está el trampolín, no saltamos y nos quedamos sentados en un sillón.
Así celebró Levine mi nacimiento: con Antonin Artaud en la taza.
Las caricaturas de David Levine son una verdadera clase de historia de la humanidad con todo lo que conlleva. Te hace tomar con perspectiva los acontecimientos pasados y mirar con lupa los recientes. Te ayuda a ampliar el campo de visión que muchas veces es limitado. Y te hace descubrir historias, obras e intereses que no estaban suficientemente en la palestra. Tomar en serio este recorrido caricaturesco es una tarea ingente pero necesaria. En el panorama político externo aparecen Franjo Tudjman, el primer presidente croata tras la independencia del país en 1991; Ernesto Zedillo, ex presidente mexicano; la nicaragüense Violeta Chamorro; la pakistaní Benazir Bhutto; el portugués Antonio de Spinola; el ruso Rasputín o el alemán Konrad Adenauer por poner algunos ejemplos de los conocidos.
Luis Buñuel y sus ojazos.
Antonio Muñoz Molina, plena actualidad.
Ya que estamos donde estamos nosotros, también salen personajes españoles de su pluma, desde el inevitable Pablo Picasso que aparece en varias ocasiones hasta llegar a Antonio Muñoz Molina a raíz de la publicación en Norteamérica de su novela Sefarad. Entre tanto he visto a Cervantes (por el ensayo de Nabokov), Ortega y Gasset, Lorca, Buñuel, Arturo Barea en un artículo titulado An honest man de Gerald Brenan y Adolfo Suárez.
Dick Cheney todo guerrero.
La evolución humana hasta Lyndon Johnson.
El recorrido político interno norteamericano no es menos interesante, ya con la lectura más profunda de la crítica-comentario la cual se agradece. La simpática evolución del hombre hasta Lyndon Johnson o Dick Cheney todo guerrero él espero que sirvan de espoleta para vuestra curiosidad.
En la muerte de Malcolm X.
En pocas ocasiones el rostro desaparece y cuando lo hace es que el símbolo que representa ese personaje es significativo. Por eso tenemos a Malcolm X como la cruz del calvario. Caricatura hecha justo en el momento de su muerte, es un símbolo del sacrificio. O la del mismo Fidel Castro: un libro, un puro, la barba y la gorra. Sin llegar a tales extremos tenemos al águila Nixon cagando bombas o el detalle de Toscanini donde solo aparece su pelo enrollándose en el arco de algún músico, símbolo de su intensidad y sus gestos dramáticos.
John Searle. No somos simples computaciones.
Bertrand Russell, activista él.
Derrida iconoclasta.
Y llega la cultura: pensadores, cineastas, escritores, pintores, etc. Inmenso recorrido de la segunda mitad del siglo XX e incluso más atrás ya que aunque en la mayoría de ocasiones se ciñe al contexto del momento, vemos aparecer a gente como François Rabelais, Giordano Bruno, Katherine Mansfield, Montaigne, Antonin Artaud, Manet y más. Porque el hoy se explica con el ayer.
La influyente Pauline Kael en una butaca.
Sylvia Plath en su campana de cristal.
La gran Isak Dinesen.
Al final, y yo contenta me he quedado con una lista de personajes que han despertado mi curiosidad y que me queda por indagar: la cantante Beverly Sills, la poeta y editora francesa Adrienne Monier, la ganadora del nobel de la paz Alva Myrdal, la novelista y ensayista Mary McCarthy, la novelista y activista Nancy Cunard, etc. Y ahora que lo veo son todas ellas mujeres, supongo que aún hay que forzar la ley de la compensación por ese olvido (si no es que ninguneo) a la mujer social.
Pobrecito Bergman.
El espirituoso Giacometti.
Hannah Arendt asentó la banalidad del mal.
Abbie Hoffman incitaba a robar el libro.
Jacdson Pollock así de laxo.