Revista Cine
Director: Matt Reeves
¿Y qué si les digo que no he visto la saga original del planeta de los simios? Suena feo, lo sé. Me excuso en mi hasta ahora -y quizás durante un par de años más- única justificación decente: soy todavía joven, aún no llego a los 21 años. Además no me culpen, de haberlo querido me habría pasado mi niñez entera viendo cada película posible, pero lamentablemente el colegio se interpuso en mi camino. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para recuperar el tiempo perdido, eso es seguro. Mi padre sí que ha visto la saga original, de la que además es muy fanático, así que, tal como con la precuela de esta cinta -que me gustó mucho-, nos lleva a la familia completa al cine a ver qué tal esta nueva entrega. Tal como el reboot de hace un par de años, he quedado mucho más que satisfecho. Quizás no tanto como con "Rise of the planet of the apes", pero sí lo suficiente para escribir esto felizmente. Tal como muchas cintas y directores, la saga original tendrá que esperar, pero quizás haya subido peldaños en mi pirámide de películas a ver.
Ya sabemos la historia de Caesar: de pequeño simio bien educado por el simpático James Franco -quien, después de todo, no dejaba de lado su interés científico, al menos esta vez desarrollado sin crueldad, lo que no se puede decir de sus colegas científicos, quienes tuvieron su merecido si me preguntan (especialmente Draco Malfoy, quien ni siquiera era un hombre de ciencia, sino un vulgar perdedor)- a líder y libertador de los de su especie, huyendo del abyecto yugo humano. Antes de abandonar definitivamente al hombre y su nuevo virus, Caesar se despide de James susurrándole al oído un potente "Caesar is home". Así es, los simios tienen un hogar. Han pasado diez años desde todo lo anterior y las cosas son pacíficas para los simios. Lamentablemente, un inusitado contacto con los humanos despierta nuevas -o quizás viejas- tensiones que finalmente acabarán en otra batalla.
Éstos sí que son blockbusters de calidad. Aquellos que ofrecen un entretenido y sólido espectáculo que no se basa únicamente en vacuos efectos visuales y grandilocuentes secuencias llenas de explosiones, sino que tienen, por lo menos, ciertas metáforas sobre la vida misma en la actualidad, entre otros elementos que demuestran que la cinta en cuestión es más que sólo un imán de dinero. Siempre surge esa banal y ridícula discusión entre los que prefieren películas de acción hollywoodense a cine de verdad y los que prefieren inversamente. Opiniones un tanto taxativas aunque no por ello menos interesantes y útiles. Los primeros suelen sentirse totalmente inferiores y convierten esa inferioridad en superioridad, insultando a sus detractores. No es que los detractores sean muy respetuosos, pero tener que aguantar etiquetas como la de "hipsters" sólo porque te gusta más "Nebraska" que la saga "Transformers" me parece patético. Imaginen los tipos de comentarios que surgieron cuando "Winter sleep", último filme hasta el momento del turco Nuri Bilge Ceylan -de quien pretendo volver a escribir en un par de días- ganó la palma de oro en Cannes este año, especialmente por el hecho de que dura poco más de tres horas. No los voy a reproducir porque son realmente terribles y de una vergüenza ajena abrumadora. Lo peor es que, entrando en el terreno de las comparaciones, los palomiteros claman ruidosamente que la saga de Michael Bay -o cualquier producto Marvel o similar- es mejor que cualquier filme no hollywoodense o de autor -para no mencionar sólo la cinta de Ceylan-, que no es necesariamente lo mismo, pero que para la gran mayoría de ellos, de pensamiento absurdamente simplista, sí lo es.
Y está claro que los gustos no son decretos y que cada uno puede tener preferencias, por muy insustanciales y huecas que sean, pero pensar y afirmar con tanta vehemencia que ellos son mejores -o no inferiores, como se sienten todos esos- sólo porque no se tragan cine de autor, es realmente triste. No aguantan tres horas de verdadero cine y sí aguantan casi tres horas de robots peleando entre sí, y luego señalan que les gusta el cine pero no el tipo de películas que ganan festivales; piensen lo que piensen, siempre hay una maldita verdad irrefutable: en su mayoría, las películas del hollywood actual no son cine. Así de simple. Siéntanse inferiores/superiores todo lo que quieran, pero eso no cambia que exista un cine de verdad y un remedo que sólo busque robar el dinero de los bolsillos de los luminarias que piensan que el cine de autor es exactamente lo mismo que el cine experimental -que tiene un público con delirios de superioridad tan arraigados y fuertes como el de los palomiteros; y para serles sinceros, mucho cine experimental es sólo una tomadura de pelo (aunque no niego que hay casos interesantes que, no obstante, no llegan a utilizar realmente el rico lenguaje cinematográfico tanto como pretenden o se vanaglorian)-. Y lo anterior es sólo un ejemplo de las terribles falacias en las que caen, y por muy ridículo que parezca, son ciertos. Al menos surgen buenas películas de aquella industria, especialmente de aquellos que comenzaron y siguen haciendo cine independiente y en varias ocasiones de autor. Un caso es el de Christopher Nolan -¿se imaginan si Nolan no hubiese filmado la trilogía de Batman? Supongo que entonces, para sus superlativos y onanistas fanáticos actuales, él no sería más que un "hipster que quiere hacer cosas raras para llamar la atención". Y eso que les gusta el cine-.
Bueno en fin, "Dawn of the planet of the apes" es un buen ejemplo de blockbusters hechos con respeto, dedicación, y especialmente con mucha profesionalidad. Además se agradece que hayan elegido a un director fuera de aquel nido de novatos a los que hacen debutar con super producciones -que siempre resultan ser aberraciones-; es como si un quinceañero decidiera perder la virginidad con la mejor scort del circuito, la más fiera y potente -probablemente ya se haya hecho una película sobre aquello-. Matt Reeves, de quien no he visto sus películas previas -"Cloverfield" y "Let me in", remake de la película sueca-, al menos se nota que no dirige mirando un manual. Podría decir que tiene un estilo para filmar, pero realmente no lo sé, y tampoco se puede apreciar en esta película. No es el gran director -me gustó más la dirección de Rupert Wyatt en la cinta anterior-, pero su labor es idónea para una cinta como ésta: logra crear tensión y momentos terribles a la vez que infartantes. Te mantiene entretenido, a fin de cuentas, con este blockbuster de calidad -que no llega a durar más de dos horas y media, aparentemente una norma no escrita dentro de este sistema-.
Volviendo al tema de las metáforas, ésta película está llena de ellas, lo que hace bastante rico el visionado: le entrega una capa más compleja. Para empezar, no deja de ser decidor que el conflicto comienza a escalar por culpa exclusiva de los humanos: la gente se adentró en tierra de simios con tal de encontrar una represa que les suministre electricidad para no vivir en la barbarie previa. Los simios no quieren a nadie en sus tierras pero la gente insiste: la electricidad es fundamental, hay que obtenerla sea como sea. Ahora bien, me podrán decir que el detonante del gran conflicto no es propiamente humano, pero no se puede negar que antes de que llegaran los exploradores de la represa, la vida entre simios fluía sin tensiones ni violencia. No es culpa de unos cuanto simios no confiar en las personas; por más que unas cuantas sean buenas, siempre van a estar los imbéciles, the assholes. La consigna siempre es invadir tierra ajena para fines propios, y la idea es sobrevivir, no cabe duda, pero lo sucedido en "Dawn of the..." no deja de ser extrapolable a toda la historia de la humanidad: quiero algo, lo tomo. Si te quieres defender, sufre las consecuencias. Como ven, es más que una simple película de acción con peleas y disparos y explosiones. Las lecturas varían, y no dudo que mi pesimista visión de la humanidad me pone de lado de los simios pase lo que pase -lo que me hace discrepar un poco de las palabras finales de Caesar, muy comprensivo de los humanos en general-. Sería interesante recoger opiniones sobre quién inició el conflicto, o los simios o los humanos. Me imagino que las respuestas serían decidoras.
Por un lado tenemos lo anterior, lo de los conflictos violentos para obtener algún recurso natural -o tan natural como una represa puede serlo-. Es el lado bélico y también ecológico, y dentro del segundo, no deja de ser importante para mí el cómo se ven las partes en conflicto entre sí. "Destaco" particularmente la visión del personaje de Gary Oldman: "son sólo animales". Mira tú. Un ser que deliberadamente quiere paz y busca proteger a los suyos -hijos incluidos, a quienes ama incuestionablemente-, además de tener gran capacidad mental y sentimental, es un animal sólo porque no es humano. Y la palabra animal se dice peyorativamente, claro está. El viejo quiere el exterminio, el personaje de Clarke le dice que no es correcto, que no todos son malos, pero para el anciano retrógrado son sólo animales, y no importa asesinarlos a todos así como así. Caesar dice lo mismo de los humanos, que no todos son malos, que sí hay buenos, etc. La moraleja es que no es bueno generalizar y que el odio no conduce a nada, salvo la cooperación y la confianza ¿Pero cómo confiar en una raza que prácticamente se aniquiló sola? Interesante resulta ver la discusión entre el típico "asshole" del grupo con la más comprensiva y maternal sobre el origen del virus. Resulta que el virus fue bautizado como "el virus simio" porque, si mal no recuerdo, era una vacuna que se probaba en éstos con tal de ver si funcionaba. El virus, en realidad, fue fabricado por científicos. La mujer comprensiva se lo dice al imbécil y el tipo responde -era que no-: "No me importan tus mierdas hippies. Por culpa de los simios estamos como estamos" -paráfrasis, no puedo recordar todo con lujo de detalles-. No se podía esperar más de alguien así. En fin, el tema de para largo, aunque me imagino que el bando hombre la tiene más fácil: sobrevivencia del más fuerte, son sólo animales, se interponen en nuestro bienestar, etc. Yo, sin embargo, estaré siempre con los simios, y no aguanto hasta ver cómo el último hombre del planeta se muere -es ahí donde comienza la primera de la saga, ¿no?-.
Ahora para hablar de la película en sí, ya dije que está muy buena. Lo que me ha gustado mucho es que es bastante rápida en sus acontecimientos pero no por eso deja de tener cierta parsimonia y pausa a la hora de generar una atmósfera tensa e irrespirable. Retomando un poquito lo del primer párrafo, he aquí un blockbuster que entiende que no se necesita tener un ritmo y caudal visual frenético para ser entretenido, sólo basta con los momentos interesantes necesarios -sean dos o diez- dirigidos con propiedad. Mucho bum-bum y bang-bang no se hace tan necesario si realmente no contribuye al bien de la película. Estas explosiones -literales y figuradas- tienen que ser sorprendentes, y eso se logra a cabalidad en la película. Se tiene un sentido del ahora y del tiempo completo de la película: no basta con una escena genial, sino con una que funcione dentro de todo un conjunto genial. Acá funciona de esa manera. Además, en ocasiones se evitaba el conflicto armado por otro retórico y la cosa quedaba todavía mejor: la verdadera guerra comienza -con disparos y todo- realmente cuando es necesario.
Los momentos de tensión, como cuando aparecen los humanos por primera vez o cuando Casear y los suyos van a dejar claro que los simios no quieren humanos en su hogar, están resueltos a la perfección, especialmente porque hay armas de por medio ¿Van a disparar? ¿Por la espalda? ¿Así de ratas serían estos humanos? ¿Qué dirán? La tensión se podía prácticamente tocar. Las venas palpitaban y las pulsiones estaban al máximo. Son situaciones desagradables que nadie quiere y así se notan. Luego, las escenas de acción también resultan terribles. Ver morir monos llega a ser doloroso, y eso no se siente sólo por mi sensibilidad, sino porque la secuencia está hecha con el nivel de atrocidad suficiente para que uno quede mal por tanta muerte simia. Al menos no menos humanos tienen un desenlace igual de fatal. Las batallas, las peleas, los momentos decisivos resultan y quedan convincentes. No me es posible cuestionar demasiado la película, aunque sí tengo un par de reproches: para empezar, Caesar habla mucho, y con tanto blablá se pierde el impacto de haberlo visto gritar ¡No! y luego decirle a James Franco que estaba en casa. En este caso habla mucho y ya no es lo mismo. Queda bien cuando le dice a los humanos que desistan de sus intentos para prolongar su agonía -aunque sea generacionalmente-, especialmente por la cara que éstos ponen, pero aún así hicieron del hábito del habla algo tan común como innecesario en ocasiones -me causaba resquemor que a veces hablara en lenguaje de señas con los otros simios y de repente les hablara así como así en inglés. Está claro que no todos los simios pueden hablar inglés, pero sí pueden entenderlo; ahora bien, ¿hay algún criterio entre preferir las señas al inglés? Porque a mi me parece arbitrario-. El segundo reproche es que hay ciertos clichés que, si bien no llegan a molestar en demasía, sí dan la impresión de que se pudieron evitar. Ejemplos: (I) el imbécil del grupo, el desconsiderado, supremacista humano, desubicado, etc. (II) El casi líder inteligente, comprensivo, que además tiene un hijo que ha visto muchas cosas feas y que es medio tímido y miedoso, y la novia de papá que también es tan buena gente como los dos anteriores: una familia casi modelo versión apocalíptica. (III) El líder político que es un incompetente aunque pretenda no serlo, y que se humaniza al verlo llorar cuando mira una foto de sus hijos. El viejo tiene sentimientos, qué emoción. Aún así no le importa asesinar simios indiscriminadamente, ya sean crías o hembras o inocentes. (IV) El discurso moralizante de Caesar, el de la cooperación por sobre la confrontación.
Pero, de todas formas, estos clichés no quedan del todo mal. Digo, son clichés, y si son bien utilizados la verdad es que no molestan mucho -aunque se les identifique con facilidad-, por algo son clichés, salidas argumentales simples pero efectivas en manos adecuadas. Ah bueno, y mi reproche final viene con algo relacionado a su calidad de blockbuster: tiene que ser para mayores de 13 años. Un poco más de violencia y sangre habría quedado de maravilla. Nada más imaginen a un simio lanzando una lanza -valga la redundancia- y que el proyectil caiga justo en el centro de la cabeza de alguien, y que el impacto sea tan grande que la cabeza explote y los sesos vuelen por todos lados. Hermoso. No pido algo muy extremo, sólo que la gente sangre cuando recibe un impacto. Un headshot sería agradable de ver. Y queda claro que prefiero mil veces ver personas despedazadas que simios muertos -como en "Sector 9", en la cual era un auténtico placer ver cómo las armas alienígenas hacían literalmente explotar a los viles y asquerosos soldados asesinos o a esos repulsivos nigerianos también asesinos de aliens (no tengo nada contra los nigerianos, me hubiera gustado que le ganaran a Argentina, pero éstos nigerianos sí que son desagradables)-.
No obstante, lo anterior no quita que "Dawn of the planet of the apes" sea un estupenda película. Muy digna y disfrutable. Además, al parecer se incluyeron varios easter eggs que de seguro encantaron a quienes hayan visto las primeras películas de la saga. Sumen que habían imágenes notables, como las varias donde simios con metralletas al hombro cercaban a humanos indefensos -Koba arremetiendo sobre un caballo contra fuego y miles de balas, mientras él mismo grita furioso a la vez que dispara la metralleta que tiene en cada mano es de lo mejor-. Tengo que admitir que hay algo apasionante en la gran cantidad de odio que Koba siente hacia los humanos, tanto como aquel odio que Eren siente hacia los titanes en "Shingeki no kyojin" -y el grito lleno de ira de ambos te pone los pelos de punta-.
Para ir finalizando, si entramos en el terreno de las comparaciones, con lo buena que es la secuela del reboot, pienso que "Rise of the planet of the apes" es mejor tanto a nivel de dirección como en el poder emocional que despertaba. Digo, ver todo el crecimiento y maduración de Caesar era notable -por eso el "Caesar is home" del final resulta tan poderoso-. Pero por sí sola esta secuela funciona sin problemas y la tercera parte promete ser más infartante y memorable. Con todo, y por muy buena película que sea, dudo que llegue a estar entre lo mejor del 2014, tal como dictarían los genios amantes de las explosiones. Buena, pero no una obra de arte, aunque sí mucho más que efectiva y correcta. Aprovechen mientras sigue en los cines -y les recomiendo ir a una función donde haya menos gente, a menos que les guste la gente. Allá ustedes-.