Revista Cine
Sibiriada (Siberiada, 1979), de Andrei Konchalovski condensa en un metraje de más de cuatro horas y media la epopeya del pueblo ruso desde comienzos del siglo XX hasta 1965, esfuerzo titánico que para no terminar con la paciencia del espectador se estrenaría en las salas en dos partes.
Alternando el color de la acción principal con el blanco y negro de la Historia (la Revolución bolchevique, las guerras mundiales, el proceso de industrialización de la CCCP...), asistiremos a la transformación de Yelan, un recóndito pueblo aislado en la taiga siberiana, y de sus habitantes, con los ricos y conservadores Solomins y los pobres y joviales Usthyuzhanins como protagonistas. Siguiendo el enfrentamiento de estas familias a través de varias generaciones y épocas, centradas principalmente en la tala de árboles que impiden alcanzar una estrella, la llegada y forja del comunismo y la búsqueda del tesoro de oro negro, se encuentra la mirada privilegiada del abuelo eterno (Pavel Kadochnikov), que sabe que todo cambio de pensamiento y mentalidad de las sociedades, la llegada del progreso, ¿la profanación del suelo en busca de petróleo?, viene con la compañía de una carga de sufrimientos.
Mezclando realidad y magia con naturaleza y frío, el renovador del cine soviético Andrei Konchalovsky, que entre los actores a los que dirigió en este clásico se encontraba su hermano pequeño, el también realizador Nikita Mikhalhov (Aleksey Usthyuzhanin) -en realidad la aristócrata familia se apellida Mikhalhov-Konchalovski-, se muestra en Sibiriada seguidor del panteísmo, de la naturaleza orgánica y viva del planeta y de sus reacciones, mientras los árboles que caían con estruendo en mitad del bosque le mostraban el camino a seguir, el que explanaría el jurado de Cannes otorgándole su merecido premio especial (fue el año en que Apocalypse Now (Apocalipsis Now, 1979) y Die Blechtrommel (El tambor de hojalata, 1979) compartieron la Palma de Oro) y le facilitaría su llegada a Hollywood.
Cómo diez años después pudo Konchalovski unir su nombre al de mediocridades como Tango & Cash (Tango y Cash, 1989), darían para muchos comentarios y para demostrar que el fulgor perseguido te puede cegar.
Sibiriada (Siberiada, 1979)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) no se detallan títulos de A. Konchalovski