Revista Cine
+ DE 1001 FILMS: 1037 - The loneliness of the long distance runner
Publicado el 20 febrero 2010 por AlfonsoColin Smith (Tony Courtenay) es un joven airado recluido en el reformatorio de Ruxton Towers. Allí, sus cuidadores le descubren unas innatas condiciones para la carrera y depositan todas sus esperanzas para que les logre la copa de cross que disputarán al colegio privado Raleigh, del mismo Nottingham. The loneliness of the long distance runner (La soledad del corredor de fondo, 1962), puede juzgarse por tanto un argumento sencillo que muy bien podía derivar en una crónica de la superación, del deber y la honradez, pero en manos de Tony Richardson se convirtió en un límpido reflejo del desencanto de la clase obrera, de la desesperanza juvenil, en parte gracias a los flashbacks que nos van enseñando las imposibles relaciones familiares y la corta y menor carrera delictiva del interno, descripciones autobiográficas de Allan Sillitoe en su magnífico cuento homónimo.
Combinando el rodaje clásico, de planos generales muy notables como los de la escapada a la playa o los entrenamientos a esa hora temprana en que luna y sol todavía se confunden en el horizonte, con el modernismo de la british new wave, entre irónico y acelerado, Richardson ofrece al espectador de su época, al muchacho que prefería refugiarse con su pandilla de amigos en el cine a quedarse en casa frente a la BBC, a la chica que soñaba con ser feliz en un hogar propio, su título mas emblemático, y una forma de decir basta. No es por tanto arriesgado decir que en este cine de espaldas doblegadas y miradas oblicuas y grises se encuentra en el origen del pop, e incluso del punk (los hermanos pequeños de los protagonistas de The loneliness...), del grito de una generación que lo único que sabia es que la sociedad debía cambiar. Que el existencialismo continental no contagiase a la juventud británica era una tarea imposible que el cine se encargó de dinamitar, nouvelle vague de por medio.
Hay dos formas de aceptar la vida: sometiéndote a sus dictados o enfrentándote a ellos. Los adultos de The loneliness... optan por el reajuste emocional, la canalización en la dirección correcta de la agresividad, olvidando que un galgo corre por instinto, no por imposiciones o reglas. Que correr siempre ha sido muy importante... para escapar de la policía. Que por mucho que te alejes de la salida, del pasado, la meta, el futuro, siempre estará un metro, una yarda, más allá. Que lo más que puedes alcanzar es a que te roce la sombra de los días por venir.
The loneliness of the long distance runner
(La soledad del corredor de fondo, 1962)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) no se detallan títulos de T. Richardson.