Revista Cine
Monta Bell merecería brillar en el firmamento de cine no sólo por ser el primero en iluminar Hollywood con el rostro de Greta Garbo, también por ser el autor de una filmografiía tan encantadora como ignorada. En Lady of the night (La dama de la noche, 1925), la más antigua de sus producciones que hoy podemos admirar, desdobla a la mujer de su tiempo, su alma y forma de vida, utilizando el cuerpo por doble partida de su actriz preferida, Norma Shearer, lo que envuelve la proyección en un sueño de hermandades desconocidas.
Vemos salir a Florence Banning (Norma Shearer) de un colegio privado en el día de su graduación justo cuando abandona otra institución, ésta pública y poco recomendable, Molly Helmer (de nuevo Norma Shearer), novia del simplón Chunky Dunn (George K. Arthur). Ahora se cruzarán sus vidas al pretender al mismo hombre, el apuesto inventor Dave Page (Malcolm MacGregor), como las vidas de sus progenitores, sin que ellas lo sepan, lo hicieron al condenar el juez Banning (Fred Esmelton) a veinte años de cárcel a Chris Helmer (Lew Harvey). Cuando cabría esperar una confusión de identidades, una solución con hermano gemelo o primo rico y lejano del pretendido Dave, Monta Bell pone el punto final con un chiste tan fino y mordaz como descorazonador.
Antes de llegar al momento en que la moda y sus príncipes seguidores son ridiculizados, hemos degustado una comedia costumbrista de Louis B.Mayer -el productor como Dios y estrella- cercana a los dictados de De Mille y Lubistch en el aspecto visual y a las duplicidades de R. L. Stevenson o H. C. Andersen en la carga moral y social del relato. Arriesgada en la técnica (muy bien pudo el director contar con dos actrices y no tener que recurrir a l celuloide cortado o a una no acreditada ¡Joan Crawford! para los dobles de espalda, aunque resultaría otra película muy distinta), y sutil en los planos, (el buen corazón del delincuente y abocamiento al robo se comprende en la pactada despedida de su mísera mujer; la vida despreocupada de Florence la detestamos en el descocado besuqueo con sus compañeras de estudio; la pureza de Molly es descubierta desde que sus diminutos dedos rozan las esposas del padre próximo a la condena), Lady of the night es una nítida radiografía, blanco sobre negro, de la resignación en los tiempos del pre-Crack.
Lástima que el ligero estrabismo de Norma la privará de interpretar la Scarlett O'Hara de Gone with the wind (Lo que el viento se llevó, 1939) y no sea hoy recordada como la gran actriz que fue, capaz de arrebatar un Oscar a las mismísimas Gloria Swanson o Greta Garbo. Lástima también que el cine de Louis Monta Bell sea hoy carne de filmotecas, cineclubs, colecciones privadas y pases televisivos a altas horas de la madrugada. Lástima.
Lady of the night (La dama de la noche, 1925)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) no se detallan títulos de M.Bell.