Revista Cine
Dos años después de haberse enfrentado a la censura y al catolicismo más recalcitrante con The moon is blue (La luna es azul, 1953), la cinta donde Maggie McNamara interpretaba a Patty O'Neill, la virgen profesional que hablaba sin tapujos de sexo, Preminger volvía a sacudir los sólidos cimientos represores de la industria hollywoodiense con The man with the golden arm (El hombre del brazo de oro, 1955). Y es que si en las librerías y bibliotecas cualquier ciudadano tenía acceso al best seller homónimo de Nelson Algren, que abordaba sin rodeos el tema de la drogodependencia, el director entendió antes que nadie que el cine no podía quedarse atrás y ser ajeno a las preocupaciones de la gente de la calle, por muy espinosas que estas fuesen. La United Artists cubriría la apuesta, como en 1953, y la estrenaría comercialmente, no sin pocos impedimentos, obteniendo a cambio una gran repercusión, magníficos dividendos y un título pionero y transgresor que supondría, a la larga, una bocanada de aire fresco en las salas.
Tras los títulos de crédito diseñados por el gran Saul Bass, autor también del cartel publicitario del film, sin duda un trabajo sobresaliente, y acompañados por la música de Elmer Bernstein, una impresionante partitura jazzística que discurrirá por las dos horas de metraje, vemos descender de un autobús a un hombre delgado cargado con un par de maletas. Se trata de Frankie Machine (Frank Sinatra) que regresa limpio tras seis meses de rehabilitación -the monkey is gone, es su declaración de intenciones- a las calles que conforman su mundo, a las esquinas donde el tiempo parece haberse detenido, al bar de Antek, a los agobiantes domingos de baseball en la televisión, a los whiskys dobles, a la compañía de su mujer, la inválida y chantajista Zosch (Eleanor Parker), a la sombra del ladronzuelo Sparrow (Arnold Stang). Y lo hace con la intención de dejar de ser el croupier de las partidas ilegales que organiza Schwiefka (Robert Strauss), de no volver a meterse un pico pese a la insistencia de Louie (Darren McGavin), el traficante de la salud que sabe que sólo una cosa puede sustituir a la droga: más droga y cada vez en más cantidad, de comenzar una nueva vida, convertirse en un reputado batería de orquesta de jazz, sueño en el que nadie, salvo Molly O (Kim Novak), su voluptuosa y amable vecina, chica de alterne del Safari Club, parece creer. Con el sustrato de la desorientación que sufre el soldado que vuelve a casa tras la lucha en el frente, la crónica amarga del regreso a lo cotidiano, Sinatra, para algunos ya en horas bajas en su carrera musical, conocedor como era de la novela de Algren -se le mencionaba un par de veces en ella- se adelantó en la firma al mismísimo Marlon Brando, y confió en que las habilidades de los guionistas Walter Newman, Lewis Meltzer y Ben Hecth -no acreditado en los títulos- le confeccionarían un traje a medida que lo mismo luciría cuando repartiese naipes que cuando aporrease los parches u opusiera escasa resistencia a la aguja.
Íntegramente filmada en decorados -¿recreación de una pequeña barriada polaca en la próspera Chicago?-, The man with the golden arm impacta en el argumento -Molly O no es una mujer fatal, pese a su trabajo en un local de striptease; Zosch, desde su silla de ruedas, se muestra impía; el drogadicto es la víctima, no el culpable- y en lo visual -¡Frank Sinatra inyectándose heroína!; el director saltándose la regla del punto de vista para mostrarnos a la verdadera esposa y convertirnos en cómplices del discurrir desgraciado del protagonista- y muestra sin tapujos las aceras sucias de las grandes ciudades. Al éxito del film, y la consagración del mismo pasados los años en la memoria del cinéfilo, contribuyó tanto el oficio de Otto Ludwig Preminger -ese primerísimo plano del yonqui tras el chute-, como la interpretación impactante de Frankie, sobre todo en la explícita escena del síndrome de abstinencia, desgarradora e intensa acción que no encontraría parangón hasta la del Jim Carroll interpretado por DiCaprio en The baskeball diaries (Diario de un rebelde, 1995).
The man with the golden arm es un clásico, es cine de 24 quilates.
The man with the golden arm (El hombre del brazo de oro, 1955)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detallan 4 títulos de O. Preminger: Laura (1944); Angel face(Cara de ángel, 1952); Carmen Jones (1954) y Anatomy of a murder (Anatomía de un asesinato, 1959).