Revista Cine

+ DE 1001 FILMS: 1095 - Moolaadé

Publicado el 10 abril 2011 por Alfonso

+ DE 1001 FILMS: 1095 - MoolaadéUno de los muchos cometidos del cine, y no el menos importante, es el de enseñar, educar. Con la revolución de la televisión, la democratización de las pantallas, tal principio pareció abandonar las salas, sobre todos los noticiarios que se proyectaban antes de los pases, y desplazarse a los hogares. Pero que el cine es, sigue siendo, y será un vehículo perfecto para mostrar la realidad, sobresaltarnos con ella, desnudando el acontecer diario, la vida tal cual, o vistiéndolo con los coloridos ropajes del guión, es tan cierto como irreprochable.
El máximo exponente del cine en el África negra, el senegalés Ousmane Sembène, figura a menudo comparada con Satyajit Ray tanto en el planteamiento político-estético de sus imágenes como en el abanderamiento de una cinematografía -suya, la africana; la de Ray, la del subcontinente indio- prácticamente invisible a los ojos del extranjero hasta sus trabajos, se dedicó durante años al rodaje de títulos que incidían en mostrar la cruda realidad a la vez que divertían y escandalizaban tanto a sus paisanos continentales como a los europeos. Una de las veces que más acertado estuvo en la concienciación del mirón infatigable fue al tratar el irracional tema de la ablación genital femenina en Moolaadé (2004). En ella, un grupo de niñas que ha escapado de la ceremonia de la purificación de sus cuerpos, que pasa por el cercenamiento del clítoris, en toda privación del goce sexual que no sea el destinado a la procreación, se refugian en casa de Collé Ardo (Fatoumata Coulibaly), una madre que siete años atrás ya se negó a que su hija Amasatou (Satimata Traoré) sufriese las consecuencias de la tradición a punta de cuchillo, haciendo de la muchacha una bilakoro, una impura. Aún con el rechazo de las purificadoras, ejecutoras vestidas como sacerdotisas en nombre de la tradición, cuando en realidad son meras traidoras a su condición mujeril; de las madres que habían entregado voluntariamente a sus hijas a la selindé, al acto que convierte a toda niña en casadera, en capaz de soportar el sufrimiento; de la totalidad de la comunidad masculina del poblado, que maneja con férrea mano Dugutigi (Joseph Traoré); de los que callando otorgan, como Ibrahima (Moussa Théophile Sowié), el jóven hijo de Dugutigi que regresa con traje y corbata, triunfal, de Paris, pero a quien se le niega su libre elección de casarse con una bilakoro; de Ciré (Rasmane Ouedraogo), el marido que al regreso de sus tareas agrícolas es instado a que azote a su esposa con el cinturón, infligiéndole un castigo ejemplarizante; con sus insultos, la desafiante Collé Ardo se niega a revocar el derecho de asilo al que huye, el moolaadé, la gracia que ha de ser respetada por aquél que no quiera sufrir la maldición del animismo.
Ambientada en un emplazamiento de polvo e islamismo de Burkina Faso, pero que es representación de cualquier otro remoto rincón del África subsahariana, Sembène en el cuento moral de Moolaadé, teatralización de esa tragedia que es la circuncisión femenina, drama aquí narrado con justo humor y sobrada honestidad, carga las tintas no sólo contra la tradición sangrienta, sino que arremete también contra la corrupción de las tropas de Naciones Unidas -el personaje de Dominique Zeïda, el vendedor mercenario y mujeriego, resume en un par de reveladoras líneas cientos de informes sobre las actuaciones de los cascos azules- , las bodas concertadas, la paidofilia, el Corán mal leído, la hipocresía de los mayores sobre los goces sexuales. Y lo hace en torno a una plaza en la que se dan la mano la religión (la fantasiosa mezquita con el alminar coronado por un huevo de avestruz), el avance tecnológico (la pira de aparatos de radio) y la naturaleza y sus secretos (el gigantesco termitero que es la magia alrededor de la cual se asienta la civilización, la población, cámara subterránea que echará humo, mostrando la comunión de los hechos y el entorno), y en ningún caso desviándose del tema principal, la ablación, y dejando bien claro que el proceso de liberación de África no vendrá de manos de los hijos que han sido enviados a Europa a estudiar, de los hombres que disponen del poder, sino de las mujeres, que saben que el fin de su opresión significaría el nacimiento de una sociedad más justa, poderosa, aunque ha de recorrerse todavía un largo camino: las mujeres se rebelan en la pantalla cuando una de ellas es castigada físicamente y en público, cuando el llanto de la madre que ha perdido a una hija desangrada durante la ceremonia o los gritos de las dos cuyas niñas han decidido, llenas de temor y rechazo, arrojarse a un pozo -el agua como alivio: da la vida a los animales y personas, la quita a los inocentes- se hace insoportable.
En plena era del plástico puede sorprendernos un tema tan áspero como es la negación de los derechos más básicos en nombre de los tiempos inmemoriales y los ancestros, la decisión personal e inviolable del afrontamiento de la plenitud sexual, una revelación tan abrupta como la inconclusión de la trilogía sobre el heroísmo de la vida cotidiana en el África contemporánea que Sembène comenzó con Faat Kiné (2001) y sólo pudo continuar con Moolaadé, antes de que falleciese en 2007 a los 84 años de edad. Lo mismo que nos puede coger desprevenidos el civismo de los africanos, que no atraviesan el vano de acceso a un hogar si lo impide una frágil y colorida cuerda, la denuncia desde el respeto -hay lugar para los planos de las rituales máscaras que tanto gustan al maestro Sembène- y, en menor medida, el avance que trae el conocimiento -“La esperanza engendra la vida; las mujeres son la esperanza”, se dice en Moolaadé; una antena de televisión es el último plano-.
(Aunque Sembène no ruede, seguro que su cine, su remover de pensamientos y planteamientos, ha hecho que esté más cercana la hora en que África elevará el ancla, soltará amarras e izará las velas al grito de ¡wassa, wassa!)
+ DE 1001 FILMS: 1095 - MoolaadéMoolaadé (2004)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detalla 1 título de O. Sembène: Ceddo (1977),

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