Revista Cine

+ DE 1001 FILMS: 1106 - Tulitikkutehtaan tyttö

Publicado el 12 julio 2011 por Alfonso

 border=Créditos en blanco sobre fondo negro. Durante tres minutos, como si de un documental se tratase, asistimos al proceso industrial de la fabricación de fósforos. Una operaria, flacucha, rubia, desastrada, poco agraciada, e intuimos que simplona, regresa al hogar tras una monótona jornada. Vive en un piso sucio y húmedo en la planta baja de un patio igual de abandonado, junto a sus padres -luego descubriremos que él es el nuevo compañero de la madre biológica-. Prepara la cena y se arregla, es un decir, antes de dirigirse a un baile, Cenicienta sin zapatos de cristal. Cuando cobre la paga se comprará un vestido bonito. En casa la llaman puta por haberse gastado el dinero en ese vestido, pero ella se siente feliz y esa noche irá a la discoteca. Un cazador le enseña su cabaña, su guarida de lobo. Ella, que quiere sentirse tan especial como las heroínas de las novelas románticas que tanto le gustan, aguarda inquieta la señal de un teléfono ajeno y mudo. Cuando consiga estar de nuevo al lado de su hombre será para ser despreciada y rechazada. Un mal día siente náuseas: está embarazada del falso príncipe. Sufre un atropello y pierde al fruto de su vientre. Expulsada al bosque, el hermano, Hansel rockero, la acoge en su refugio y la ignora un poco menos que sus compañeras-hermanastras. Son muchos días de refrescos, pasteles y cine en soledad. Enciende un cigarrillo -¡ahora fuma!-; el humo envuelve su plan. Compra matarratas (“¿Qué efecto tiene?”, preguntará; “Mata”, le responderá la dependienta; “Bien”, concluirá antes de pagar) Lo diluye en un vaso, pero, ¿cobarde?, no es para ella: lo dará a beber al rompecorazones, a otro lobito borracho, a unas plantas de aspecto carnívoro y espinoso, a la mala madre y al padrastro vago. De nuevo en la fábrica, espera que aparezca la policía. Se la llevarán sin que oponga resistencia. Créditos en blanco sobre fondo negro. (De banda sonora hemos escuchado, entre otros, tangos finlandeses, un fragmento de la Patética, de Tchaickosvki, un clásico del rock como Brand new Cadillac interpretado con desgana y las palabras de los locutores de la televisión que narran las noticias de su tiempo convulso: las matanzas de la plaza de Tiān'ānmén, la explosión de un gasoducto transiberiano, la muerte del ayatolá Jomeini y los viajes de Karol Wojtyla). Se trata del film Tulitikkutehtaan tyttö (La chica de la fabrica de cerillas, 1990), con guión, dirección y montaje del finlandés Aki Kaurismäki.
Rodada con la asombrosa y desconcertante economía de medios, gestos y emociones a los que nos tiene acostumbrados el menor de los Kaurismäki, con el peso recayendo sobre la figura seca y desgarbada de Kati Ouitinen, que interpreta a una Iiris trastornada, que no era Gretel, Caperucita, el patito feo, la bestia, la bella yacente o la guapa del palacio, sino una bruja por las circunstancias, una psicótica malvada de carne trémula, pero carne humana, única superviviente del disfuncional teatro de su cotidianidad (con Elina Salo y Esko Nikkari interpretando a los adultos miserables y Viesa Verikko, en el papel del amante Aarne -el hermano con síndrome de Peter Pan es Silu Seppälä, bajista de los Leningrand Cowboys; su historia, por tanto, es otra, anterior y posteriormente contada por el mismo autor-), Tulitikkutehtaan tyttö, capítulo final de la trilogía del proletariado, de la decepción según palabras del propio director -sus dos episodios anteriores son: Varjoja paratiisissa (Sombras en el paraíso, 1986) y Ariel (1988), igual de duras y hermosas que la última, pero no tan cartilaginosa-, es un cuento sobre la venganza y el orgullo; una tragedia subversiva algo cómica, lo que le acerca a su admirado Chaplin; relato industrial, con un prólogo que rezuma su admiración por Buñuel, al igual que la liturgia y el templo que representan el alcohol y los bares que abren sus puertas las mañanas dominicales mientras las campanas de las iglesias repican; con un personaje, mujer que explota -¿por ser mujer?-, que oscila entre el perplejo Henry Spencer de la fantástica Eraserhead (Cabeza borradora, 1977), de Lynch, y el mayordomo de Desde el jardín, libro de Kosinski que admirada el maestro de Calanda y que fue filmado por Hal Ashby, (Being there (Bienvenido Mr. Chance, 1979) -inolvidable Peter Sellers-), y que, como no, tampoco renuncia al influjo de sus colegas Bresson, Jarmusch, Mike Leigh, Ozu, a las sombras de Murnau, ni a los cerosos personajes pintados por Edward Hopper.
Aki Kaurismäki, que rodó e improvisó en sentido cronológico uno de sus más certeros diálogos-revólver, esos en los que las frases funcionan como cargadores y las palabras impactan como balas, -13 minutos habrán trascurrido, de los menos de 70 que dura la cinta, cuando escuchemos la voz de la solitaria protagonista pidiendo una cerveza-, entregó un cuento, pues como tal hay que entenderlo, si atendemos a la cita que antecede la reproducción -“Probablemente muera de frío y de hambre en mitad del bosque”, La condesa Angelika, de S. Golon-, singular, aunque macabro y satírico -hace llorar a Iiris en el patio de butacas mientras asiste a una proyección, que no vemos pero si escuchamos, de los hermanos Marx (Room service (El hotel de los líos, 1938), de William A. Seiter), y se anticipa, como en casi todo su cine, al destino del obrero europeo, al fin de la especialización laboral, a los días grises por venir, haciendo arte del vilipendiado postmodernismo.
En Tulitikkutehtaan tyttö, la mujer que podía encender con facilidad un fósforo -es un decir: es torpe cuando decide encender un cigarrillo- y provocar un incendio que abrasase los gélidos corazones de quienes la rodeaban, opta por escapar del fuego rápido y arder sola en un infierno a buen seguro menos doloroso que su paseo terrenal. Y gracias al talento del concienciado y sobrio –es otro decir: sobrio como sinónimo de lacónico, pues se trata de un bebedor reconocido y empedernido- Aki Kaurismäki, se nos hace soportable la insoportable levedad del ser.
+ DE 1001 FILMS: 1106 - Tulitikkutehtaan tyttöTulitikkutehtaan tyttö
(La chica de la fábrica de cerillas, 1990)

En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detalla 1 título de A. Kaurismäki: Ariel (1988).

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