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+ DE 1001 FILMS: 1124 - This land is mine

Publicado el 04 diciembre 2011 por Alfonso

+ DE 1001 FILMS: 1124 - This land is mineAunque se tiende a menospreciar la etapa estadounidense de Jean Renoir, los años que pasó en el exilio por causa del nazismo, lo cierto es que suele ser más por desconocimiento de esta que por falta de méritos. Aparte de prepararle para rodar su obra más rotunda, The river (El río, 1951), la película que cambiaría la forma de rodar en el subcontinente indio, puso su sello en seis trabajos (cinco largometrajes y el corto Salute to France (1944), a los para ser justos habría que sumar un par de títulos que no terminó: Tosca (1941), con dirección final acreditada a Carl Koch, y The amazing Mrs. Holliday (Mi encantadora esposa, 1943), firmada por Bruce Manning), el segundo de los cuales, This land is mine (Esta tierra es mía, 1943) obtuvo un merecido reconocimiento popular y todavía se presenta como un alegato a favor del compromiso y la libertad.
Nacida de la necesidad urgente de denunciar la ocupación germana durante la WWII, This land is mine es una fábula que incita a la resistencia, a la rebelión, que muestra la heroicidad que se esconde en cualquier simple ciudadano, el respeto que merecen las ideas de los semejantes con opinión contraria al poder. Y aunque un cartel en el arranque de la película avise que la historia trascurre “En algún lugar de Europa”, sin mayores especificaciones, a nadie escapa que a pesar del inglés de los carteles que anuncian la invasión -el idioma del mismo rótulo inicial-, los nombres de los protagonistas, los diferentes acentos del cuadro actoral (irlandés, americano, inglés culto, de ascendencia rusa...), a nadie escapa que se trata de una pequeña población culaquiera de la patria del director, France.
This land is mine cuenta la transformación de Albert Lory (Charles Laughton), un profesor de educación básica, tímido, honrado, condescendiente con su madre posesiva (Una O'Connor), que tiene como referente moral al director de la escuela, el profesor Sorel (Philip Merivale), y cuya baja autoestima le hace no declarar sus sentimientos a su vecina y colega, la señorita Louise (Maureen O'Hara), orgullosa hermana del saboteador Paul Martin (Kent Smith) y comprometida con el empresario George Lambert (George Sanders). El cambio que le hace pasar de ser un pusilánime, un hombre que a pesar de la escasez y su bajo sueldo se conforma con que todavía haya orden, que no vacila al arrancar de los libros las páginas censuradas por la autoridad militar, que siente pavor ante los bombardeos, de ser un cobarde, según sus propias palabras, a un agitador que habla del valor y la dignidad, se produce paulatinamente y estalla cuando la madre, sin querer, en un intento por preservar la inocencia de su hijo, le involucra en un asesinato. Defendiéndose a si mismo durante el juicio, desde el banquillo de los acusados Lory lanzará un discurso improvisado -estupendo el trabajo del guionista Dudley Nichols-, de declamación sencilla y directa, que habla de la no participación en el hecho que se le imputa a la vez que advierte de la culpabilidad de permanecer impasibles ante las injusticias -“la verdad no puede existir durante una ocupación: es muy peligrosa”-, palabras que sabe que le llevarán a un pelotón de fusilamiento. Claro que morir de tal modo en tiempos de guerra suele convertirse en una pequeña anécdota que dará origen a una gran victoria.
Y cuando la conciencia de Albert Lory ha crecido hasta transformarse en rebeldía con la misma velocidad, y veracidad, con que su arenga se han instalado en el corazón de los espectadores, se produce una despedida reverencial, de esas que el cine reserva exclusivamente a los educadores mas comprometidos con sus alumnos -huelgan las referencias-. Un adiós sin apenas tiempo para terminar la declaración amorosa, un episodio fordiano y lacerante -Laughton, que había sido el introductor de una pelirroja llamada Maureen FitzSimmons en la industria cinematográfica, y que le había sugerido el cambio de apellido por el de O'Hara, coincidió con su pupila en The hunchback of Notre Dame (Esmeralda, la zíngara, 1939), de William Dieterle, otra historia de amor imposible-, con los minutos justos para leer a los alumnos -”hay que prepararles para el mañana"-, crueles en su ignorancia, los primeros artículos de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, el texto que, aprobado por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789, se convirtió en uno de los documentos fundamentales de la Revolución francesa.
Clase de interpretación del gran Charles Laughton al margen, de lección de ética y moral, propaganda -“mi propia propaganda”, la calificó el propio director años después-, panfleto, reflexión objetiva o condicionada, se puede tachar al sobrio film que rodó Renoir con su patria en el pensamiento. Pero, sobretodo, y lo que hace que cualquier calificativo peyorativo pierda su razón, se trata de un documento útil y necesario: entonces, para que la gente supiese, y ahora, para no olvidar. Un testimonio libre y liberador que se encargó de proseguir Louise Martin fuera de foco y cientos de anónimos -o no tanto, como Jean Renoir- en la vida real, y con los que siempre tendremos una deuda pendiente.

+ DE 1001 FILMS: 1124 - This land is mineThis land is mine (Esta tierra es mía, 1943)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detallan 6 títulos de J. Renoir: La chienne (La golfa, 1931); Boudu sauvé des eaux (Boudu salvado de las aguas, 1932); Partie de campagne(Una partida de campo, 1936)*; La grande illusion (La gran ilusión, 1937); La règle du jeu (La regla del juego, 1939)* y Le carrosse d'or (La carroza de oro, 1952).
* En el libro aparece con el título original de Une partie de campagne y el castellano de Un día en el campo.
En GENERACIÓN PERDIDA 2.0 se detalla 1 título más de J. Renoir: The river (El río, 1951; +DE 1001 FILMS: 1051)

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