Revista Opinión
De alakranas, nécoras, payasos, estrellas y besugos
Publicado el 07 noviembre 2009 por ElhombredelpiruliLa piratería es una cosa muy mala. Pero la estupidez es casi peor.
Parece que hay una similitud entre las especies marinas y los especímenes que habitan la Audiencia Nacional. Quizá por eso, el juez Baltasar Garzón, que tan mal llevó la instrucción del Caso Nécora (es vox pópuli no solo entre sus compañeros sino entre el gran público) hoy se ha convertido en un pez payaso, digo juez, por obra y gracias del apresamiento en aguas somalíes del atunero Alakrana.
Cazón, digo Garzón, al que he defendido por otros casos que le llevaron a convertirse en la estrella de los procelosos mares de la judicatura española (recordemos sin ir más lejos la orden de detención del escorpión Augusto Pinochet o el proceso abierto al franquismo para poderle dar sentido de alguna manera a la aberrante ley de Memoria Histórica), hoy es el pez payaso, digo juez, de las mismas aguas al ordenar traerse para España a los dos piratas somalíes apresados cuando abandonaban el Alakrana.
Garzón no se confirmó con enviarlos a Kenia, como hace todo hijo de vecino con los piratas somalíes. No, mejor a España, que así le mete un embolao a algún compañero de la Audiencia Nacional (aquí se comporta como un verdadero tiburón) y así, de paso, encabrona al resto de los señores piratas secuestradores y complica las posibles negociaciones del Gobierno español para liberar a los secuestrados. En este caso Garzón ya adquiere la categoría de gilipollas.
Otra de las estrellitas rutilantes (ya no sabemos si del firmamento o del piélago judicaticio), el juezSantiago Pedraz se mosquea, se caga para sus adentros en todas las vísceras de su compañero Garzón, y no tiene más huevos que asumir el caso.
¡Te tocó la china, capullo!
Lo primero que hace en pez Pedraz, digo juez, es tratar de quitarse el cincuenta por ciento del problema alegando que uno de las piratas, el llamado Willy (como la ballena que querían liberar) es menor de edad porque tiene cara de bueno. Y se lo remite al juez de pezqueñines, digo de menores.
Pero este, que no es tonto y está acostumbrado a tratar con chanquetes, camarones y demás especies protegidas dice que nones.
"Pezqueñines, no, gracias".
Y lo devuelve.
Las dos instancias judiciales (en España la judicatura nació para joder al personal, no para resolver problemas) se entretienen unos días jugando al ping-pong con el llamado Willy, que aprovecha para hacer turismo y conocer Madrid (y eso que sus padres le decían que con la piratería no se conocía mundo) , mientras abordo del Alakrana la situación cada día es más tensa, las familias de los pescadores están de los nervios y el gobierno, a lo que parece, observa todo con ojos de besugo.
A ver cómo acaba esta ópera bufomarítima.