En octubre de 2008, Alberto Garre protagonizó con su amigo Arsenio Pacheco un llamativo gesto de rebeldía en el Congreso de los Diputados. Encuadrados en el grupo parlamentario del PP, ambos rompieron la disciplina de voto que les exigía apoyar la admisión a trámite de la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, con el que se pretendía derogar el Trasvase Tajo-Segura. Aquello les costó a los dos una sanción de 300 euros y la reprobación de la dirección del partido. Garre explicó que antes que el PP, estaba su Región y que en el programa electoral con el que concurrió a las elecciones generales se defendía el Trasvase. Conviene no olvidar que aquella rebelión la secundó también otro parlamentario murciano: Jaime García-Legaz. Y que entre quienes votaron a favor del estatuto castellano-manchego estaban Pilar Barreiro, Andrés Ayala, Vicente Martínez-Pujalte y Lourdes Méndez -esta última, hoy militando en Vox-.
Aquel gesto puso en el candelero a Alberto Garre López (Balsicas, Torre Pacheco, 1952). Abogado de profesión, comenzó su carrera política en 1987 como concejal de Alianza Popular en su municipio. En 1991 accedió a la Asamblea Regional y, en la siguiente legislatura, se convirtió en portavoz de su grupo. En 2004 llegó al Congreso, donde permaneció durante dos legislaturas, hasta que en 2011 regresó a la Asamblea, siendo elegido vicepresidente primero. En 2014, fue designado sucesor de Ramón Luis Valcárcel como presidente del Gobierno regional, tras anunciar este su intención de concurrir como candidato a las elecciones europeas. En 2015, tras los comicios autonómicos, fue sustituido en el cargo por Pedro Antonio Sánchez. En 2017 se dio de baja en el PP, un año después fundó Somos Región, formación de corte regionalista, y en 2019 dimitió como presidente de este partido, dejando huérfanos a cuantos lo respaldaron y auparon.
Durante su paso fugaz por el Palacio de San Esteban -entre abril de 2014 y julio de 2015-, Alberto Garre quiso dejar su impronta, intentando marcar distancias con su antecesor. Pretendió dotar al Gobierno autonómico de un aire nuevo, alejado del vaho de anteriores Ejecutivos, amarrados a los resortes del poder desde 1995. Tal es el caso de la limitación del mandato del presidente a solo 8 años, el impulso a la ley de la transparencia o el cese del consejero de Agricultura y Agua, Antonio Cerdá. Aquello no gustó demasiado al entorno de la organización, controlada todavía por afines a Valcárcel. La apuesta clara era Pedro Antonio Sánchez, a pesar de pender sobre su cabeza varias imputaciones judiciales, por lo que a Garre, que por carta le advirtió de este grave riesgo a Mariano Rajoy, siempre se le consideró alguien transitorio. Tanto es así que se dio la paradoja de que se le llegó a ningunear en actos públicos, por sus propios correligionarios, a pesar de ostentar el puesto de primera autoridad de la Región.
Alberto Garre ha sido anunciado ahora, a sus 71 años, como flamante fichaje de Vox, tal y como adelantaba este viernes el diario La Opinión. Su incorporación ha estado respaldada por el mismo Santiago Abascal, durante un almuerzo en un restaurante madrileño. Otras fuentes apuntan, además, la posible mediación del influyente empresario murciano Luis del Rivero en la operación. El expresidente murciano ocupará un lugar destacado en la candidatura autonómica del 28 de mayo, lista que encabezará José Ángel Antelo. «Es el único presidente del PP regional que no ha visitado el juzgado», ha dicho con sorna el propio Antelo. Su concurso puede reforzar, aún más, las notables expectativas de Vox entre el electorado del campo de Cartagena, punto neurálgico del agua que llega del Trasvase y de lo que luego va al Mar Menor, cuya ley de protección exigen abolir. Una jugada que puede resultar redonda si, tras las autonómicas, una de las piezas en juego es la presidencia de la Asamblea Regional, por lo que el PP tendría que cederle a Vox ese sillón, como ocurriera en las Cortes de Castilla y León con Carlos Pollán. Y es evidente que Garre tiene experiencia de sobra para ocuparlo y desempeñar el cargo, a tenor de los años que ha pasado en el edificio del cartagenero Paseo de Alfonso XIII. Así las cosas, y aunque en el PP no estén para tirar cohetes de alegría por ello, todo apunta a que un Alberto (Garre) podría suceder a otro (Castillo) a partir del 28-M. Con alguna que otra diferencia de matiz, claro está.