La editorial Aruz presentaba a finales de agosto un libro de mi paisano Eduardo Vielba Infante que nos recuerda aquellos años en los que estas especies protegidas de hoy eran las fieras a las que había que dar caza. Inicia la presentación con una foto a toda página de Piedad Isla, donde Jesús Juez se abraza a un lobo cazado en los montes de Cervera. Muy parecida a la que puede admirarse en un libro de Gonzalo Alcalde Crespo y donde aquel entrañable Felix Rodríguez, "el pajarero", barruelano de nacimiento y cerverano de adopción, posa abrazado a un oso.
Un viaje, este, de Vielba, que nos devuelve la historia de estos pueblos, desde la Edad Media hasta nuestros días, con una sabrosa aportación oral en la que intervienen personajes como Mariano Sordo, de Polentinos; Adrián de la Hera, de Tremaya; Alejandro Diez Riol, de Cervera; gentes de Cillamayor, de Vergaño, de Resoba y hasta de otras provincias y comunidades, como las de Vega de Liébana, Pesaguero y la localidad leonesa de Prioro.
De qué modo fueron una pieza más para el consumo, junto a liebres, corzos y jabalíes, haciendo ropa y calzado de sus pieles. "Los tendones -dice en el capítulo que abre esta interesante obra de investigación- eran aprovechados como cordeles, mientras que los estómagos y los intestinos eran destinados a la confección de recipientes para líquidos".
Se describe en el libro, entre otros episodios, el enfrentamiento del Concejo de Santa María de Redondo en 1549 con varios pueblos de Pernía y el Conde de Siruela, al negarse aquellos a dar de comer a los monteros encargados de cuidar las paradas "durante las monterías que el conde celebraba en sus términos para cazar osos".
Los bosques donde se llevaban a cabo las batidas, los libros de Montería que describen los cazaderos de osos de nuestra montaña, la toponimia que ayuda a identificarlos, que da nombre a muchos lugares, todo en suma, hace de este libro otro viaje al conocimiento de nuestra historia tan rica en matices, tan rica en personajes, tan auténtica y sorprendente siempre.