Hace unos días apareció en el blog el de siempre, con la acusación de siempre. No tiene la menor importancia, se trata de un desocupado que se dedica a incordiar con insultos personales sin el menor fundamento. Sin embargo y sin ánimo de contestar a sus deposiciones, me ha inspirado para escribir un artículo sobre un tema sobre el que se miente sistemáticamente y esta mentira, aunque multiforme, es una sola, dura ya más de cuarenta años y ha conseguido envenenar la convivencia en España. ---
Lo primero que debe quedar bien claro es que el franquismo murió con su fundador y que, salvo unos pocos nostálgicos, la población lo asumió de forma natural y miró hacia delante. Por tanto hablar de franquismo es una manipulación pues prácticamente nadie lo era en al año 76, por ejemplo. Se había cerrado un ciclo histórico y como tal hecho histórico se recordaba con mayor o menor entusiasmo. Sin duda que nos gustaría que volvieran los tiempos en los que no se ponía el sol en España y el español era el idioma universal, pero esos tiempos pasaron y nadie va escribiendo artículos reclamando su vuelta.
El gran problema es que hay una serie de personas, especialmente los políticos y allegados, empeñados en revivir a su manera, no como fue, un tiempo que pasó. Y esa mentira continuada, que se sostiene por la falta de memoria de la población nos impide funcionar como un país del siglo XXI o al menos como debería ser un país de este siglo.
Todo el régimen se sostiene en esa mentira, lo aparentemente curioso es que haya durado tanto y seguramente dure bastantes años más. Sin embargo un análisis más detenido sobre la sociedad nos muestra otra cosa.
La sociedad acepta la mentira porque en realidad no le importa. Se tiende a olvidar las cosas irrelevantes y como digo, una vez muerto Franco, la gente se dedicó a buscar otra forma política, que nos vendieron como la democracia que todos esperaban y el régimen pasó a irrelevante. Por eso la gente ha aceptado, aparentemente, la mentira. Pero una vez demostrado que el nuevo régimen era mucho peor que el antiguo, la gente pasó a considerarlo como irrelevante y a buscar la manera de sobrevivir, participando en las votaciones sin entusiasmo. Por eso la mentira no llega a calar. A pesar de presentarnos el régimen de entonces como el sumun de la maldad, cuando a los estudiantes de bachiller se pregunta por Franco, lo ponen en la Historia de la misma forma que ponen a Viriato, por ejemplo.
La mentira no cala, la sociedad va a su aire y sólo cuando atisba una leve posibilidad de cambio, se moviliza. Cuando votaron a Podemos, la primera vez, no lo hicieron porque estos presentaran un programa atractivo, lo hicieron para castigar a la casta, justamente la casta que mantiene la gran mentira.
Pero en su mentira caen en el absurdo, pues se proclaman antifranquistas y pretenden que el régimen actual es el heredero de la república del frente popular como el paradigma de la democracia, una república construida sobre unas elecciones manipuladas y además de forma violenta, como fueron las de febrero del 36.
Antifranquistas fueron todos los líderes de aquella república, caracterizada por los asesinatos, no sólo de los que consideraban sus enemigos, sino también de sus amigos. Nunca se menciona la terrible persecución de los anarquistas por parte de los comunistas y de los socialistas, que estaban casi asimilados a ellos. Antifranquista fue Stalin y han sido todos los etarras así como otros conocidos asesinos. Y antifranquistas se declaran todos los chorizos, acusados y condenados, de la casta. ¿Y pretenden que el común de la gente, por medio del antifranquismo, se identifique con esos? Si estos son los antifranquistas, pues yo no quiero serlo, no quiero que me identifiquen con asesinos ni con ladrones. Lo cual no significa en absoluto que me declare franquista, porque el franquismo acabo hace más de cuarenta años, entre otras cosas.
A la gente no le importa nada de eso y cada vez menos. Las preocupaciones de la gente se centran en vivir y últimamente en comer, casi en exclusiva, dada la calidad de los que nos mandan, aunque la casta piense que el discurso de la mentira cala en la sociedad.
Pero lo importante de esto es que se dedican muchas energías a mantener una ficción para disimular la incapacidad de los que mandan, sin entrar nunca en el análisis histórico serio. Y mientras no se haga ese análisis, no conseguiremos despegar. Claro que si se hace, se acaban las mentiras y la mayor parte de la casta se tendría que ir al paro, en cuyo caso muchos españoles conseguirían trabajo.
Al final, como desde el principio, el discurso cala en los que tienen motivos de agradecimiento a los promotores de la mentira y sólo mientras dure el agradecimiento. El resto pensamos y cada vez más, que fue una época, con sus luces y sus sombras, tal y como están las cosas, mucho mejor que esta para vivir.
vanlop