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De aquel carbón

Publicado el 10 diciembre 2011 por Alfonso

Hubo un tiempo en que el United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland, UK para los faltos de espacio, miró hacia el Este y quiso formar parte del proyecto que France, la BRD, Italia y el Benelux habían llamado CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) -casualidad que en castellano la palabra ceca designe una casa donde se labra moneda o que junto a la Meca se une para designar un ir de aquí para allá-. Creyó que estaría bien aliarse con sus vecinos continentales y trabajar juntos, eso sí, sin perder la cabeza: manteniendo su sistema de pesos y medidas, su colorida Elizabeth II, su té a las cinco y su horrible clima. Hubo un tiempo, pretérito al anterior, en que hombres a caballo o frente a un micrófono quisieron someter al viejo continente, ¡a la cuna de la civilización más avanzada en leyes e industria!, con la excusa del esfuerzo común. Pero como resultara que los pueblos orpimidos se rebelaban una y otra vez, mejor darle la vuelta a la historia: con la coartada del trabajo en equipo sería más fácil afrancesar, germanizar, a los países colindantes, crear un pensamiento único, un Estado sin fisuras y plegado a la raza superior -la economía es lo que mueve al mundo, no el sexo como se cita vulgarmente: el que posee, maneja, el dinero es por tanto el que está arriba, el que manda y ordena, el sobresaliente, el que corrompe almas, cuerpos también si quiere-.
Ahora todo el mundo -si entendemos mundo como UE- se posiciona en contra de británicos, y tal vez no le falte razón al mundo -la UE, repito-: se niega a remar junto a los compañeros escogidos. Pero, seamos sinceros, ¿quién, en su sano juicio, cambiaría libras, idioma -el inglés es la lengua de hoy y mañana: lo del chino es un cuento tan fantástico como decir que un portugués es el mejor dando patadas a un balón- y Constitución consensuada, por euros, las mil y una escuelas de Babel, las leyes que sólo sirven si están escritas en papel -aunque sea en renglones torcidos- y -el as en la manga- el sol del Mediterráneo? Hoy que se puede viajar a cualquier parte del mundo en un par de clicks de ratón, nadie. Estamos en la edad global y juegan los británicos con ventaja, vaya.
Saben además -miran al cielo y escuchan los ecos de tantos gritos de auxilio- que un día se les llamará, que pagaremos un precio muy alto por ello, que nuestra libertad pasa, y pasará, por el enjambre financiero de su City, un gran banco donde nunca se pone el sol, donde el dinero siempre está viajando -en un par de clicks, of course-, que las tierras septentrionales del otro lado del Atlántico fueron conquistadas por sus hijos más desgraciados y desagradecidos (y las del sureste asiático, las del sur africano, las de la isla más grande del planeta...), que no están solos, por tanto. Lo saben los de a pie y el toryto Cameron, que se ha mostrado tan euroescéptico que se ha convertido en un cruel Carbonilla, el personaje de la tradición navideña que se encarga de vigilar a los niños durante todo el año para saber que regalo merecen recibir. De acuerdo, es una apuesta arriesgada la del Primer Ministro -26 a 1, dicen, pero la verdad es que es un 2 a 1, menor, pero igual de suficiente para abuchearle; es joven, ergo osado-, pero es que le da igual si un francés le da la mano o la espalda, si una alemana le alaba o critica: es londinense y a polite no le gana nadie.
¿La sombra de una tragedia? ¿United Kingdom aislado? ¿Cameron orgulloso? Cuando despertó, Europa todavía seguía allí.
DE AQUEL CARBÓNCity of London

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