Nació en Colonia, Alemania, en 1090, de padres nobles y ricos. Su nombre de pila fue Quard. Desde niño fue piadoso, inteligente y muy caritativo. Antes de los 18 años tomó la sotana clerical y su vida se convirtió en una continua penitencia y mortificación. Ayunaba siempre, se disciplinaba y tenía larga oración. Teniendo gran deseo de perfeccionar su vida, emprendió una peregrinación en total pobreza a Roma. Veneró los santos sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo, pasó a Loreto y de allí se encaminó a Santiago de Compostela. Allí vivió tres años formándose en la vida espiritual, templando su carácter y sus fervores, en aras de hacerlos perfectos. Peregrinó también a Tierra Santa, donde tuvo varias visiones y consuelos del Señor, cuya Pasión era el punto de meditación preferido de nuestro santo.
Volviendo a España, pasó por Lemos, cuyo camino le llevó a una montaña llamada Bacal, entre los ríos Miño, y Sil. Aquel lugar le pareció perfecto para comenzar a ser ermitaño, como sentía era su vocación. Había en aquel paraje tres ermitas muy devotas que pertenecían a la administración del monastero de Pombeyro. El santo pidió al abad poder cuidar de ellas entre que hacía su penitencia y trabajo. El abad consintió, viendo sus buenas disposiciones y así Quard, como aún se llamaba, empezó a hacer vida eremítica en aquella montaña. Allí oró, trabajó, leyó y se santificó el santo ermitaño mientras cuidaba de los santuarios, durante 25 años.
Al cabo de todos esos años supo el santo de la vida ejemplar de los monjes del famoso monasterio cisterciense de Osera, quiso conocerles y al ver el género de vida que llevaban, pidió el hábito del Císter. El abad, que sabía quién era aquel eremita famoso por su santidad le admitió presto en la recién fundada Orden. Le envió el abad a hacer el noviciado al monasterio de San Lorenzo, también en Osera para que con su vida penitente diera ejemplo a los jóvenes monjes que a raudales entraban al recinto. Allí pronto se convirtió en el mejor ejemplo de la religión cisterciense, por lo cual los superiores le mandaron se ordenara sacerdote. Cinco años vivió en el monasterio cuando otra vez tuvo la revelación de que debía peregrinar a Roma. Allí volvió a venerar las santas reliquias, y terminadas sus devociones, emprendió el regreso a España. Pero he aquí que estando de vuelta, tuvo la revelación de que Dios le quería en la ciudad de Galesio, donde terminaría sus días.
Obedeció el santo y allí se encaminó. Poco antes de llegar a esta ciudad se sintió terriblemente sediento y no hallando fuente alguna por allí, dio un golpe a una peña con su báculo y al punto brotó un raudal copioso de agua. Entró el santo a la ciudad, donde fue acogido por un señor llamado Ascar, quien le trató con veneración. Visitó Famiano las iglesias de Galesio, y al cabo de verlas todas, se sintió morir. Hizo llamar a un párroco, con quien se confesó y a quien reveló quien era y que su muerte ocurriría pronto. Además, señaló el sitio donde debía ser sepultado, y el párroco le dijo que no era sitio conveniente, pues ni era terreno sagrado y, además, pasaba por allí una acequia. El santo replicó que era voluntad divina, a lo cual el sacerdote no protestó más.
Llegado el día señalado, Famiano hizo su último portento: sanar del mal de riñones a su anfitrión Ascar. Se confesó y comulgó y expiró, el 8 de agosto de 1150, teniendo 70 años de edad. El pueblo veneró su cuerpo durante días, celebrándose estupendos funerales. Fue sepultado donde había dicho el santo, pues por milagro la acequia se había secado.
Fue canonizado por el papa Adriano IV en 1154, nombrándole patrono de Galesio. Es el primer santo canonizado de la Orden del Císter, antes incluso que San Bernardo (20 de agosto), quien había muerto el año antes.
Fuente:
-"Medula Histórica Cisterciense". Volumen 3. R.P.F Roberto Muñiz O.CIST. Valladolid, 1784.
A 8 de agosto además se celebra a:
Los 14 Santos Auxiliares.
Ss. Ciriaco, Largo y
Esmaragdo, mártires.
San Altmann
de Passau, obispo.