Parece que por parte del Gobierno español ya no peligra la estabilidad de 6.000 trabajadores de Cádiz, el área de mayor desempleo, por las dudas ante la demanda de Angela Merkel y del socio preferente de Pedro Sánchez, Podemos, de que Navantia no construya allí para Arabia Saudita las cinco corbetas vendidas hace dos años por Mariano Rajoy.
La razón es la acusación de que la teocracia saudita ordenó asesinar y descuartizar en su consulado de Estambul con una brutalidad extrema al periodista saudí disidente Jamal Khashoggi, colaborador del Washington Post y miembro de una familia notable del país.
Las corbetas, valoradas por su alta tecnología en 1.800 millones de euros, pero buques de pequeño porte para controlar aguas territoriales, eran el gran contrato que podría revitalizar los decadentes astilleros estatales gaditanos y abrirle nuevos mercados.
Arabia Saudita, que practica el fundamentalismo del mayoritario islam sunita, provee de petróleo a España, le compró el tren de alta velocidad Medina-La Meca y, últimamente, 400 bombas de alta precisión valoradas en 9,2 millones de euros.
Aparte hay empresas privadas que supuestamente proveyeron de armas a ese país a través de una red corrupta que se investiga ahora en la Audiencia Nacional.
Arabia Saudita participa ahora en la guerra civil del vecino Yemen, dominado por la secta rival, el chiismo: ambos fanatismos llevan en guerras más o menos encubiertas desde el año 680, hace 1.338.
Además de por la religión, Arabia Saudita es enemiga por razones geoestratégicas y de influencia de Irán, el país más interesado en que España no le venda armas a quien su torpeza asesinando al periodista demuestra la extrema brutalidad habitual que se practica en países árabes e Irán, con miles de casos similares pero menos mediáticos.
Pasada esta crisis la poderosa Merkel volverá a venderle armas a Riad, pero si España no lo hace perderá a 6.000 trabajadores, aunque satisfacería a Podemos, agradecido partido aliado, defensor y subvencionado por Irán.
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SALAS