San Emiliano y San Ivo.
Santuario de St-Emilion.
Cuando Emiliano llegó a la adolescencia, su amo le echó de casa, sin pagarle lo correspondiente. El jovencito no quiso volver a su casa y como sentía deseos de consagrarse a Cristo, peregrinó a Compostela para fortalecer su vocación, y luego pidió el hábito como Hermano Converso en el monasterio de Saintonges. Aquí le dieron los oficios de bodeguero y panadero, que ejercía con maestría. En ocasiones llegó a multiplicar el pan, o la harina, en aras de poder hacer caridad con los pobres. Era obediente, callado, humilde y muy paciente, lo cual despertó la envidia de unos monjes, que buscaban predisponerle con el abad. Por ello un día, para que no pudiera cumplir con sus tareas, le escondieron la pala de sacar el pan del horno, para que este se quemara y le regañaran. Pero cuando llegó la hora de sacar el pan, el santo se encomendó a Dios y entrando en el horno, sacó el pan por sus propias manos, tranquilamente y sin quemarse. Esto igualmente es una historia que, con ligeras variantes, se cuenta de otros santos, como de Santa Áurea (4 de octubre).
Al cabo de unos años Emiliano tuvo permiso del abad para vivir como eremita, por lo que dejó el monasterio y se internó en el bosque de Cumbis, donde se metió en una cueva tallada en la roca, tomándola por ermita. Vivió muchos años en oración y penitencia, teniendo muchos discípulos que le escuchaban, y muchos pobres y enfermos a los que atendía y curaba.
El santo ermitaño subió al cielo en 767. Fue sepultado en la misma gruta en la que vivió, que hoy es un santuario, ampliado hacia lo profundo, con dos bellas iglesias medievales en su interior. Se venera un escalón de piedra donde el santo habría dormido y en el cual las mujeres se sientan para pedir al santo el don de la fertilidad.
Fuente:
A 16 de noviembre además se celebra a
Beata Lucía de Narni, virgen terciaria dominica.