¿Alguien se imagina aquí, en España, a un candidato a la presidencia del Gobierno acabando sus mítines de campaña con el himno nacional? No muy lejos, en Francia, esto sí ocurre. Y resulta de lo más normal. Tanto Nicolas Sarkozy como François Hollande lo hacen. Y a ello acompaña el público con el flamear de cientos de banderas nacionales en los actos. No importa si se trata del centro-derecha o de los socialistas. El carácter patriótico de nuestros vecinos se evidencia en cómo entonan La Marsellesa y, en especial, esa estrofa que dice ‘Aux armes citoyens!…’ A algunos españoles les produciría urticaria que eso se produjese en una campaña electoral. Y más aún en determinados territorios del Estado. Mas ese no es un problema para los candidatos galos, ya que pueden ir a cualquier región de su país, entonar el himno y exhibir su bandera sin temor al abucheo. Y aun menos al sonrojo.
España ha sido siempre muy dada a la dualidad. Y más que a eso, al antagonismo. Ya lo decía Machado con lo del ‘españolito que vienes al mundo, te guarde Dios…’ Sí, aquí hay quien se avergüenza de su bandera y de su himno. Y lo esconden en el baúl de los recuerdos como quien todavía cree que la Marcha Real, que identifica a nuestra nación, es una pura reminiscencia franquista y no nuestro himno desde el siglo XVIII (con la excepción de los tres períodos históricos en los que se sustituyó por el Himno de Riego). Habrá que insistir una vez más: cultura, más cultura es lo que les hace falta a algunos en este país.