Hace unos días estuve de boda vietnamita. Merece la pena leer esto porque es totalmente distinto al concepto de fiesta y celebración que nosotros tenemos. Yo, me quedé bastante boquiabierta, la verdad.
Carpa de la boda frente la casa de la novia donde el primer día los vecinos y amigos de la familia de esta cenan y donde al día siguiente, el principal de la boda, la gente espera a que el novio venga, muy temprano por la mañana, a recoger a la novia para llevársela a su casa. Mientras esperan, comen pipas y beben té.
Empiezo desde el principio para poneros en contexto: El sábado por la tarde cogimos el tren al pueblo de la novia. Llegamos allí a las 8 de la tarde y se había celebrado una cena en una carpa situada frente la humilde pero larga casa de la novia para vecinos y familiares de esta. Cuando llegamos ya quedaba poca gente (los vietnamitas son muy de madrugar y trasnochan muy poco. La hora de ir a dormir son las 9 y media o 10). Éramos mi compañera de piso vietnamita, que es la que me había invitado al evento, otra amiga de ella y de la novia, mi compañera de piso española y yo.
Al llegar conocimos a los padres, abuelas, al hermano de la novia y a la homenajeada que se sentó a cenar con nosotras pero no pudo comer porque estaba nerviosísima. De hecho nos contaba que había adelgazado mucho desde que comenzara con los preparativos y hasta las abuelas se quejaban de lo pequeña que se había quedado.
Lleva 8 meses con el novio. Nos contaron que aquí lo normal es estar unos pocos meses ‘cortejando’ y luego ya la boda. Dicen que a veces hasta las parejas deciden casarse tras un mes o dos juntos. Ella tiene 22 años y él 28 y se conocieron porque ambos trabajan en la misma compañía en Ha Noi, aunque en diferentes departamentos.
Aquí las fotos de la boda las hacen antes del día, así que el novio (y todo el mundo porque cuelgan las fotos en Facebook) ya conocen el vestido de la novia antes del día grande, algo muy diferente a España, donde eso es secreto hasta el último día.
Ese día, ya quedaba muy poca gente y tras cenar nosotras nos pusieron a cantar un poco en el karaoke. Los que seguís este blog, ya sabéis la obsesión de los vietnamitas por el karaoke, algo que a mí siempre me ha encantado, menos aquí porque lo ponen altisísimo que no te permite escuchar al que está a tu lado y encima no conozco casi ninguna canción (por favor, María Jiménez, ¿puedes exportar tu música a los karaokes vietnamitas?). Tras esto, a las 9.30 nos llevaron a la casa de un familiar a dormir
Los invitados de la familia de la novia esperan bajo la carpa, a primera hora de la mañana, a que llegue el novio a recogerla, comiendo pipas y tomando té.
Al día siguiente, día de la boda oficial, nos hicieron levantarnos a las 6 menos cuarto de la mañana. Ya os comentaba que los vietnamitas son más del día que de la noche. Una hora más tarde vinieron a buscarnos (tampoco son gente muy puntual) y fuimos a la casa de la novia. Ella ya estaba preparada, maquillada muy blanca, aunque guapísima como ella es, y con un traje blanco al estilo occidental, aunque mucho más ‘repollo’. Por lo visto, las ropas típicas vietnamitas se han ido sustituyendo en casi todas las bodas por el vestido de novia del estilo europeo o americano. La novia estaba sentada en la cama de uno de los cuartos de la casa (en las casas vietnamitas la delimitación entre habitación, salón, cocina… no está bien claro, muchas veces la habitación también puede servir para comer, por ejemplo y muchas veces no hay puertas que dividan los cuartos) y rodeada de muchas mujeres y niños y niñas. Algunas se maquillaban para el evento. Me sorprendió que la gente iba muy poco arreglada y casi todas las mujeres llevaban unos vaqueros y una camisa.
Hasta las 8 no llegaría el novio con parte de su familia a buscarla. La mayoría de los invitados estaban sentados bajo la carpa, comiendo pipas, caramelos o fumando cigarros y bebían té, las cuatro cosas que la familia de la novia había repartido por las mesas. Aquí es muy común comer pipas, algo que a mí me encanta, aunque no estoy segura de si me apetecían para desayunar. Las mujeres mayores tomaban té en otra de las salas, en la que habíamos cenado la noche anterior, que tenía dos camastros sin colchón, una televisión, mesa y sillas y donde estaba el altar a los acestros de la familia (en Vietnam, la mayoría no le reza a dios, sino a sus ancestros, eso ya os lo contaré).
Los novios rezan frente al altar del abuelo de la chica y su marido le pide permiso para llevársela.
A las 8 llegó el novio puntual con una pequeña parte de su familia, acudió a donde la novia le esperaba y ambos rezaron a los ancestros de ella frente al altar. En ese rezo, por lo visto, él le pide permiso a, en este caso, el abuelo paterno de la chica, fallecido hace tres años. Tras el rezo, los novios sirvieron té a las mujeres mayores sentadas en los camastros y salieron hacia la carpa donde estaban la mayoría de los invitados. Se toman unas fotos con los padres de ella y otros miembros cercanos de la familia y la madre le entregó a su hija un colgante. Mientras esto un miembro respetado de cada familia hablaron por el micrófono. Lo que más me sorprendió es que durante todo esto, la música que había sonado para los invitados de la carpa era música electrónica muy fuerte. Tras esto, que no duró más de una hora, llegó el momento de ir a casa del novio.
Aquí las mujeres cuando se casan suelen pasar a vivir en casa de los padres de su marido. En este caso también. Así, ellas pasan a formar parte del clan de él y, al fin y al cabo, tienen menos tiempo para su familia, sobre todo cuando viven en ciudades alejadas como es el caso de esta boda.
Este momento me pareció muy triste (aunque las bodas deberían ser alegres). La familia de la novia se queda en su casa. Sólo una poca gente joven pudo ir al autobús que en dos horas nos dejaría en casa del novio. O sea que la familia de la chica no celebra el convite junto a ella. Y la madre se quedó llorando (normal y eso que lo de mostrar sentimientos no es muy común por aquí).
Tras dos horas en autobús, llegamos a la carpa situada frente a la casa del novio. No había mucha gente, nos sentamos en las diferentes mesas, sirvieron mucha comida, casi todo carne y comimos. Antes de comenzar a comer, el abuelo del novio dijo unas palabras y los novios se intercambiaron los anillos. Mientras comíamos los novios fueron mesa por mesa brindando con los invitados y agradeciéndoles su asistencia al evento (los novios no bebían porque se brinda con vino de arroz, un alcohol fortísimo aquí y los novios a todo esto aún no habían comido nada en toda la mañana).
Tras la comida, algunos jóvenes cantaron un poco de karaoke mientras mis amigas se empeñaban en hacerse mil fotos con los novios y con el ramo de la novia (porque después de asistir a una boda todas las chicas tienen aún más ganas de casarse, según decían). Algunos hombres ya estaban borrachos del vino de arroz y mucha gente vino a charlar con las extranjeras y a agradecerlas su asistencia al evento. Sobre las 12.30 se había acabado la boda y yo alucinada porque no bailaron ni una canción. El novio nos invitó a conocer su casa y la habitación donde dormirá el nuevo matrimonio, algo que se ve que es común enseñar, porque mi amiga vietnamita le sacó unas cuentas fotos a la cama. Nos tomamos un té con algunos miembros cercanos de la familia hasta que todos nos fuimos (los novios se habían quedado en la habitación tras enseñárnosla).
La verdad, fue una boda muy sosa. Lo que es raro, teniendo en cuenta lo importante que es aquí y lo que ahorran para tal evento las familias. Y tampoco sé en qué momento están oficialmente casados, al no haber una ceremonia oficial. Igual es unos días antes, cuando se firma el acuerdo matrimonial.
Por cierto, de regalo, sólo tuvimos que dar 7 euros. Es lo que daba mi amiga vietnamita y no nos dejaba regalar más que ella. Eso está bien. Aquí, como en Marruecos, las bodas no son como en España donde la gente que se casa lo hace a lo grande, pero eso tienen que pagarlo los invitados con regalos altísimos, algo que me parece fatal (los que me conocen lo saben).
Aquí os dejo dos artículos de las bodas marroquíes a las que asistí. Mucho más ruidosas pero mucho más divertidas y largas.
Una boda más progresista, con hombres y mujeres celebrando juntos.
En la carpa frente a la casa del novio comiendo. Al fondo los nombres de los contrayentes con su foto sacada unos días antes y la televisión con el karaoke instalado, claro está. En esa mesa estuvieron un rato sentados el nuevo matrimonio pero en ese momento se fueorn a comer a una mesa de la parte de atrás, muy discreto todo.