Revista Política
El mundo actual está lleno de burbujas similares que por su propia configuración es difícil de averiguar si lo son, o cuando menos el estado en el que se hallan. La burbuja tiene la cualidad de la resistencia finita, y el problema es que cuando explota no hay solución posible que no resulte traumática. Existen burbujas poco peligrosas como la enológica que está llevando al vino a otra dimensión, y una que ejemplificada en el mundo del atún rojo podría aplicarse a muchas especies animales consumidas vorazmente por los humanos y que desaparecerán en una década si no le ponemos coto.
Aproximadamente desde el año 2000, en este país que ya no es de nadie, comenzó una escalada de precios en la compra venta de la vivienda que parecía más una cosa de locos que algo realmente planificado por alguien. Estos tristes acontecimientos de la famosa burbuja inmobiliaria fueron el fruto de uno de los aspectos más básicos de la condición humana: “la codicia”. La sociedad está compuesta por humanos que interactúan, por tanto, aquello que suceda en la misma es obra de todos, aunque el grado de responsabilidad no es igual para los diferentes sectores que conforman la sociedad.
En el terreno de la política, hasta hace bien poco teníamos a políticos que presumían de hacer edificios super modernos y gastar un dinero que ahora sabemos que no tenían. Se trataba de la burbuja de la “modernización de las ciudades” en la que la competición por ponerse una medalla parecía el destino de cada día. Cuando “La cosa” estalló, los cargos electos dijeron que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades, y supongo que o bien no saben usar la 1ª persona del plural o es que las teorías del marketing político les han absorbido el cerebro. En la actualidad hemos pasado al discurso del derrotismo y el miedo, y nos dicen que no hay dinero ni para pagar el mantenimiento de las carreteras o para aspectos tan extendidos y bien vistos por los ciudadanos como la sanidad y la educación. Por tanto, nuestra única posibilidad es apretarnos el cinturón.
El cambio de tendencia ha dado lugar a lo que bien puede llamarse “La burbuja de los recortes”, es como en el juego de la oca, pero lleno de burbujas y tiro porque me toca. La dinámica es: bajamos los salarios, subimos impuestos, recortamos servicios y derechos… y haciéndolo en ese orden la gente tiene más capacidad de encajar el verdadero objetivo, que por si acaso no se cuenta no vaya a ser que en las próximas elecciones vengan mal dadas o se nos echen encima… Así que nos encontramos ante el panorama de una nueva burbuja que alguien tendrá que pinchar, y esperemos que sea pronto, porque generalmente, si no es así, al final siempre es demasiado tarde.
Además mucho me temo que teniendo la primera burbuja aún pendiente de solucionar, ya que el descenso de precios de la vivienda no ha tenido el recorrido necesario para volver a incentivar la compra, enmendar esta otra les va a costar mucha ayuda a los señores de la política. Aun así, como soy un optimista por naturaleza, me queda la esperanza del título del blog, Cambiocimiento, que no es otra cosa que el cambio de los cimientos con conocimiento. Me da en la nariz que toca borrón y cuenta nueva. Y como deseo para el nuevo año pido que la próxima burbuja sea la de pedir responsabilidades a los que claramente han trabajado para que estemos en esta situación.