Revista Cultura y Ocio
Cuando estás roto y vencido, es cuando mejor preparado estás para recibir las mejores cosas, le darás ciertamente valor. Cuando caes, solo te queda rendirte o levantarte y seguir. Empapados de días oscuros, vivimos bajo torturas y dolor. Pero si lo aceptas y pones cara la rendición, quedarás en la paciente sala de espera al punto de la mejoría. Los renglones más torcidos llegan a enderezarse si les das tiempo. A toda tormenta le llega su calma. No hay sombras sin luz, ni mentiras sin verdades que traicionar. Lo amargo se esquiva de frente sin dejar que se instale. Olvida lo que ayer pasó, sin miedo a que vuelva a ocurrir. La exigencia con uno mismo está bien, si no dejas de lado la compasión. Somos vulnerables burbujas a punto de estallar, leves huellas a punto de desaparecer, débiles ecos de canciones alejándose, latidos de camino a la parada y poca cosa más. Aunque esa poca cosa esconde un milagro. Puede ser divertido pensar que hoy puedes ser feliz. Y si la felicidad te encuentra es porque estás en su camino. Y pasará por ti como un relámpago dejándote roto y vencido, pero sin duda habrá valido la pena ser leve, vulnerable y mortal.