No puedo esconder que soy una enamorada de Francia. Me parece un país maravilloso, con miles de rincones por conocer e ideal para hacerlo de camping.
La red de campings que salpica el país es extensísima y la variedad de categorías y precios diferentes hace que la elección para pernoctar en cualquiera de ellos sea muy fácil. Desde campings municipales en muchas de las poblaciones, muy económicos, con servicios básicos aunque cuidados y, en la mayoría de los casos, de un tamaño pequeño que nos aseguran una estancia tranquila, hasta ciudades de vacaciones con todas las prestaciones y donde los precios tampoco son muy elevados si los comparamos con las tarifas que solemos encontrar en los campings españoles.
Francia también cuenta que un gran número de parkings para autocaravanas en gran parte de los lugares más turísticos y sitios emblemáticos, así que rutear por el país es sencillo.
Pero para mí, si hay un tipo de campings que me fascina es el camping a la ferme (campings en granjas), pequeños campings familiares ubicados en zonas rurales en fincas dedicadas a la agricultura o a la ganadería, donde es posible comprar productos locales y autóctonos y en muchas ocasiones degustarlos compartiendo mesa y una copa de vino con los dueños de la finca. Muchos de ellos alquilan también habitaciones en la casa principal o tienen pequeños restaurantes. La zona de acampada suele aceptar pocos campistas, todo depende del terreno que tengan dedicado a ello, pero en muchos de estos campings es posible llegar a estar solo con la única compañía de los granjeros y de los animales que campan a sus anchas.
La marca Bienvenue à la Ferme, es una agrupación de agricultores cuyos miembros se comprometen a cumplir con una calidad óptima, dar a conocer sus productos y ofrecerlos a los visitantes en venta directa, en restauración y ofreciendo alojamiento y ocio de aquello de lo que viven.
Otra cara de la lujosa y glamourosa Francia, mais pas moins intéressante et charmante.