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De capa y espada.

Publicado el 26 abril 2016 por Mj Sol
-No queda sino batirnos.

Esto decía don Francisco de Quevedo en la serie de libros Las aventuras del capitán Alatriste de Pérez-Reverte.

http://ciudadania-express.com/2016/04/22/cumple-400-anos-de-la-muerte-de-miguel-de-cervantes/

Si Cervantes huyó de España tras un duelo, luchó en la batalla de Lepanto y tuvo que hacer  frente a numerosas adversidades en su vida, también otros literatos fueron hombres de capa y espada.A Quevedo no le quedó sino batirse en numerosas ocasiones y es que no se mordía la lengua a la hora de burlarse del más pintado en sus rimas que corrían como la pólvora por los mentideros de la villa. Por atreverse, se atrevió a burlarse de la mismísima reina Mariana de Austria. Todos sabían que su majestad estaba muy acomplejada por su cojera y nadie se atrevía a decirle nada. Quevedo apostó con unos amigos que la llamaría coja en su propia cara. Así, un día que los reyes paseaban por el Prado se acercó a la reina con una rosa y un clavel en cada mano.

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Firma_de_Francisco_de_Quevedo.gif

-Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja.Menos mal que la reina reaccionó bien.https://unkilodeplomo.wordpress.com/2013/11/30/visita-a-la-casa-museo-de-lope-de-vega/Quien también hacía correr versos envenenados por Madrid era Lope de Vega, un mujeriego incorregible, que tenía que batirse o salir huyendo. No en vano una vez fue detenido por difamación cuando intentaba escapar del teatro de la Cruz en el momento de la representación de su nueva obra. Enrolado en la Armada Invencible, secretario de personajes ilustres, encarcelado, desterrado y entre amor y amor aún le dio tiempo a ser uno de los escritores más prolíficos.

http://blog.educastur.es/poesia/2007/12/13/pedro-calderon-de-la-barcala-vida-es-sueno/Calderón de la Barca es otro de nuestros literatos de capa y espada, espada que tuvo que desenvainar no pocas veces. En una de ellas asaltó el mismísimo convento de clausura de las trinitarias en pos de un enemigo que había herido a su hermano. Este fue el hecho que le valió la enemistad con Lope, ya que no le perdonó que turbara la paz del convento donde su hija era novicia.

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