Revista Fútbol
El
asunto de la suplencia de Casillas
está adquiriendo tonos saineteros. Me recuerda al que se produjo con la
ausencia de Raúl de la Selección por
decisión de Luis, quien decidió unir
su suerte cuando aún no habíamos ganado nada al grupo de pequeñines que jugaban
en conjunto e individualmente como los ángeles. Y acertó.
Fuera
de aquel éxito, en el que Casillas tuvo mucho que ver en lo conocido y también en lo menos, quedaron
algunos grandes futbolistas, como el citado Raúl, que habían sido emblemas de
un tiempo del que había poco que añorar por muchos éxitos que hubieran obtenido
en él individualmente y en sus equipos de origen.
Con
esto no quiero comparar una situación y otra, con orígenes y circunstancias muy
diferentes, pero hay un hecho que sí aclara
lo que refiero. En aquel tiempo, por mucho que el estandarte
de “Raúl selección” se entonara por doquier en muchos estadios y ambientes
futbolísticos, amén de espacios y programas en los medios de comunicación,
tanto Luis como luego Del Bosque se
mantuvieron firmes en la idea de conjunto y juego que funcionaba estupendamente
en nuestro combinado nacional. Pero hubo un hecho que también les ayudó lo suyo
a acallar muchas de las voces que atronaban desaforadamente a favor del jugador
madridista. Y ello fue que el propio Raúl se mostró como el más ferviente
seguidor de la Selección y siempre defendió que quienes jugaban en ella se
merecían el respeto de todos, y el suyo el primero. Y así, poco a poco, se fue
acallando el debate. Ahí demostró el madrileño su gran categoría personal,
acorde a la que siempre ha tenido como futbolista y profesional.
Casillas,
por el contrario, aún no se ha pronunciado al respecto de su situación. Y ya es
hora de que lo vaya haciendo.
Aun
partiendo de que el inicio de su suplencia fue un capricho del técnico luso
egocéntrico, y por lo tanto injusta, también es verdad que después de su lesión
Diego López lo ha hecho muy bien y
no hay motivos para relegarle al banquillo. Es uno de esos códigos del fútbol
que tantas veces se cumplen aunque haya siempre excepciones. Y, siguiendo esa
costumbre, el mostoleño debería esperar su oportunidad tratando de demostrar en
cada entrenamiento que sigue siendo un enorme portero.
Por
ello, decíamos, nuestro meta más laureado en el fútbol mundial de la historia
debería demostrar también su sabiduría y honradez profesional declarando sin
ambages que su compañero Diego merece todo el respeto del mundo, empezando por
el suyo, y que sabrá esperar su turno que sin duda alguna le llegará. Eso le
devolvería la grandeza y ayudaría a disolver un debate muy dañino para todos
los interesados, empezando por él mismo.
Por
enfrente, en Can Barça tampoco están tirando cohetes. El otro día volvió a
verse una evidencia que sin dada les debe ocupar lo suyo. Messi sigue renqueante en su condición física y no acaba de apartar
los fantasmas de su final de temporada, situación que merma y mucho la eficacia
del exquisito juego blaugrana. Y otro asunto que no por más natural es menos
preocupante:
a Neymar todavía le falta mucho para
ser una alternativa sólida al argentino. Empezando porque tiene que ganar unos
kilos de fuerza para agarrarse mejor al césped y apoyarse en los hombros de sus
marcadores sin resbalar tanto ante las acometidas de las
defensas de nuestra liga. Tampoco está adaptado aún, lógicamente, a los códigos
de juego de Xavi, Cesc – el culé más en forma -, Iniesta, Busquets y compañía.
Y
otro tema que pronto puede dar que hablar es el tapón que puede suponer para el
mejor juego del manchego ocupando la banda en la que ha lucido casi siempre. Alba, Neymar e Iniesta no pueden ocupar la misma zona porque se estorban. Y
Xavi y Cesc tampoco están para dejar su puesto al de Fuentealbilla. ¿Dónde lo
hará en sus mejores condiciones? Tiempo y hierba, que decía un conocido con
cierta sabiduría ganadera.
Finalmente,
aunque me cansa citarlo, llegamos a Mourinho.
¿Es que nunca alcanzará la elegancia de saber perder? Ahora sigue con su guerra
con la UEFA por el tema arbitral sin acordarse de cuando le favorecieron.
Recordemos la semifinal Inter-Barça de la Champions que acabó ganando tras el
escandaloso arbitraje en San Siro.
¿Por qué no mandará a sus futbolistas a jugar buen fútbol en vez de a la
contra leñera?