Al caminar por las calles empedradas y laberínticas de San Vicente de la Sonsierra uno tiene la sensación de que se está dentro de un libro de caballerías o de que ha sido llevado al medioevo. Esos ensueños románticos que uno tuvo de adolecente al leer a los clásicos españoles casi se ven cumplidos al caminar por un pueblo donde la historia palpita y también al levantar la mirada hacia la cresta del collado donde yacen una imponente iglesia y los restos de un castillo, antiquísimos testigos de los sucesos que por siglos han discurrido a sus pies, tal y como lo hizo , y lo sigue haciendo, desde siempre el río Ebro.
En un post anterior sobre la semana santa católica en La Rioja, escribimos sobre el peculiar e intenso ritual religioso conocido como “los picaos” que se celebra justamente en San Vicente de la Sonsierra. Pues bien, ahora queremos irnos un poco más allá y conocer otra de las joyas de este esta villa que creemos vale la pena visitar: la iglesia de Santa María La Mayor la cual junto al Castillo o Bastión y a la ermita de la Vera Cruz (desde donde se inicia la procesión en la que van “los picaos”) conforman un conjunto arquitectónico fascinante. No es difícil llegar hasta la cima del cerro para visitar estos lugares. Desde cualquier punto del pueblo se los puede ver. Desde la plaza hay que tomar la calle Zumalacarregui y después de unos minutos, y algunos resoplidos, se llega hasta allí.
Ya arriba se divisan los viejos tejados de las casas del pueblo cayendo como si fueran una cascada de color ladrillo hacia los meandros del ancho Ebro, sobre el cual pasa el antiquísimo puente medieval de 248 metros y 9 arcos. También se ven los viñedos que producen algunos de los buenos vinos que ha dado fama mundial a esta región.
La iglesia, declarada Monumento Nacional desde 1933, tiene dimensiones colosales lo cual la hace parecer más un castillo fortificado que un edificio religioso. Su torre fue hecha para defenderla del viento y es el punto más alto del pueblo. La fachada es austera y apenas tiene adornos exceptuando el pórtico principal, que es de estilo gótico.
El interior es a primera vista impactante. La suma del retablo mayor y demás retablos barrocos, el elegante coro y el inmenso órgano policromado, a donde se llega caminando por una ancha escalera de 1571, da como resultado un conjunto armonioso en su grandiosidad.
El elemento que destaca sobre todos es sin duda el magnífico y monumental retablo mayor de 1550, una obra de arte que ha sobrevivido al paso de los tiempos y que aún refulge para nosotros los visitantes de esta iglesia. Este retablo es un todo de columnas y frisos abundantemente decorados y con 50 excelentes esculturas y tallas que representan la vida de Jesucristo desde el matrimonio de sus padres hasta su muerte en la cruz. Además hay una muy grande pila bautismal de estilo gótico de finales del XII que parece haber sido traído de otro lugar o haber pertenecido a una construcción más antigua. En nuestras visitas por otros pueblos de La Rioja vimos muchas otras iglesias construidas con un estilo similar y en cuyos interiores casi todo era de notable belleza y también enormidad.
Al lado contrasta por su pequeñez la Ermita de San Juan la cual fue construida en el siglo XIII. Se cree que fue la parroquia del pueblo hasta la construcción de la iglesia de Santa María. Desde la mitad del siglo XVII este lugar es la sede de la Cofradía de la Santa Vera Cruz que como ya hemos comentado en el post sobre la semana santa en La Rioja organiza el ritual conocido como “los picaos”.
Otra cosa importante de ver aquí también el castillo o fortaleza o lo que queda de él que si bien no es mucho ayuda a darse una idea del carácter bélico que tuvo este pueblo y del dominio que desde allí se tenía del territorio circundante. Hay un par de murallas que nos grafican muy bien esta idea. Entre las almenas de los muros defensivos se tiene una vista inmejorable, la misma que debió haber tenido un centinela de aquellas épocas medievales.
Como ya he dicho, cada rincón de este lugar invita a retrotraerse, a soñar que se está en otra época. Es parte del encanto de viajar, de conocer nuevos lugares, de dejarse impresionar por la esencia de lo nuevo: te permite ser otro, imaginar otras vidas, enriquecer el espíritu. Hasta la próxima.
Pablo
DATOS
Al preguntar a unas señoras de la Cofradía nos dijeron que la iglesia usualmente está cerrada y que solo se abre para grupos previa coordinación. Nosotros tuvimos suerte de que justo al llegar había un grupo de gente visitando el interior. Sería bueno asegurarse de ello pues si bien las vistas desde allí arriba son impagables la experiencia está mucho más completa si se conoce la iglesia por dentro. Para ello dejo aquí algunos teléfonos.
941 334 220, Lourdes Crespo.941 334 006, Ayto. de San Vicente.