Llevo algunos día de aquella manera que se suele decir, con mal cuerpo y eso, y esta mañana me he despertado bastante mal, con fiebre y con un catarro de aupa. Encima mi niño no está mucho mejor.Hoy, mi marido y yo lo hemos llevado al pediatra.
Hace diez días que le pusieron la vacuna de los quince meses (la triple vírica y una más). Lleva unos días malito, desganado, comiendo muy poquto, bebiendo muchísimo, llorando por cualquier cosa y con una penita enorme, necesitándome a cada instante a mi y a sus tetas porque se siente mal, durmiendo muy mal e inquieto y llorando dormido, costándole llorar, tocándose los oidos, cayéndose más de la cuenta, muy despistado…y para colmo desde ayer con fiebre alta. Y como comprenderéis nosotros un poco preocupados pensando en que puede ser de la vacuna pero sin saber en realidad que le ocurre.
Bueno, que me lío, la cuestión es que este mediodía (menudas horas para poner el pediatra en verano), lo hemos llevado a la consulta para que le eche un vistazo y así quedarnos tranquilos.
A mi hijo le suele dar miedo cuando va a la consulta desde bastante pequeño, pero desde que el pasado día siete le pusieron las vacunas ha sido entrar por la puerta del centro de salud y mi hijo ha comenzado a llorar desconsoladamente, cosa que demuestra por un lado que ya va reconociendo lugares y momentos y ya va recordando cosas y cosa también que me parece normal en un bebé de quince meses cuando piensa que le van a volver a hacer daño.
Nos llama, entramos a la consulta y como siempre, el señor doctor está hablando por el móvil (casi siempre que vamos está hablando por él). Mi hijo, obviamente llorando, yo intentando consolarlo y apartándolo del médico para “no molestar”, el pediatra mirando con mala cara y visiblemente de mal humor, los motivos me importan bien poco, pero las consecuencias son para los niños y los problemas de fuera se dejan fuera de la consulta, o al menos eso es lo que hace un buen profesional.
Yo hasta hoy no tenía ninguna queja importante con él salvo unas cuantas “opiniones” sobre lactancia materna que ha tenido y que dejan mucho que desear, como que mi hijo de seis meses no se podía quedar sin comer estando malito cuando le dije que le daba el pecho por la noche o hace bien poco que lo que tenia que hacer era dejar el pecho ya. Pero con respecto a la salud de mi hijo no tenía demasiado que objetar contra él.
Pues parece ser que este señor ni es demasiado profesional ni tenía un buen día y hoy me ha dejado tristemente sorprendida.
Me pide que le explique qué le pasa a mi hijo como de costumbre pero con un desinterés cuanto menos llamativo, cosa que ya te echa un poco para atrás y de todas las cosas que tenías pensado contarle sobre tu hijo se te olvidan la mitad.Pues le explico y como siempre me dice que lo ponga en la camilla.
Mi pobre hijo que no tiene un pelo de tonto y ya sabe a lo que va a ella (a que lo tumbe y lo sujete contra su voluntad para que le toquen por todas partes y le metan una paleta en la boca. Ya se que no es para tanto, pero para nosotros que somos adultos y sabemos que eso no es nada; para un bebé de quince meses que además no soporta que lo sujeten imaginaos el dramón que aún le supone) se ha puesto a llorar y a gritar como suele hacer en cuanto el pediatra le pone la mano encima.Esta vez el pediatra no se ha mostrado tan condescendiente como siempre con mi hijo.Para empezar, mi hijo llevaba en su manito una galleta desde casa que no ha soltado en todo el camino pero sin comersela. A mi hijo no se le ha ocurrido otra cosa que meterse un trozo en la boca cuando ha visto que se la iban a abrir. Yo creo que ha pensado que mientras tenga la boca llena no le harán cosas ni le meterán nada más…jeje. La cuestión es que ni mi marido ni el pediatra ni yo nos hemos dado cuenta, me dice que lo tumbe, lo tumbo y al llorar le hemos visto la galleta. Yo sin darle menor importancia le he metido el dedito como tantas veces y le he sacado la galleta de la boca. Pues el pediatra no contento me ha echado un broncazo, que lo levante rápidamente, que así se me va a ahogar en un momento, que a los niños no se les da nada de comer antes de ir a la consulta….en fin…que me he quedado a cuadros pero he pasado un rato de él.Bien, mi hijo ha seguido llorando mientras le miraba el pediatra y yo le sujetaba como de costumbre, como él mismo me pide siempre que vamos.
De buenas a primeras el señor ha decidido que podía él solo y que ya era hora de que se acostumbrara a él (cosa que me parece normal si se hace bien) y nos ha pedido a mi marido y a mi en concreto que soltemos al niño y nos sentemos en las sillas. Hasta ahí medio bien, porque algo tan rotundo y de repente no es muy normal. Pero bueno, como en realidad no le estaba haciendo nada y a mi hijo se le debe de quitar el miedo al pediatra lo he soltado y he dejado al pediatra con él. Eso si, me he quedado a su lado mientras le miraba y le tiraba besitos y le decía que todo estaba bien que no pasaba nada malo.Pues ante mi reacción este señor no ha tenido otra cosa mejor que decirme que no, que ha dicho que me siente y que es más, que los dos nos pongamos mirando para el otro lado y le demos la espalda a nuestro hijo, que vea que no estamos pendientes de él…
Pero… ¿cómo?, ¿Qué hagamos qué?. Ya era lo que me faltaba por ver.Lo primero de todo es saber con qué derecho se cree este señor para decirnos lo que tenemos que hacer y mandarnos a la silla mirando a la pared, ¡ni que estuviéramos castigados!.Y lo segundo y más importante, ¿así pretende usted que mi hijo se acostumbre a su consulta?, así lo único que consigue es que cada vez le tenga más asco a su consulta y a usted y de paso nosotros también.¡Qué piensa!, que mi hijo está malcriado, ¿verdad?, otro más que piensa que velar por tu hijo y darle el afecto y la seguridad que necesita y aun más cuando está enfermo es malcriar a tus hijos. Pues no le pienso hacer ni el más mínimo caso, somos sus padres y tenemos no el derecho, sino la obligación de cuidar de nuestro hijo y de darle refugiio si se siente enfermo y asustado.Así que, como imaginareis, no le he hecho ni puñetero caso, mi hijo me buscaba con la mirada desesperadamente mientras lloraba y yo en todo momento lo he consolado y animado. ¡Es mi hijo!, no voy a permitir que sufra por su culpa. Mi marido también ha consolado a su hijo con la mirada pero ha preferido no decir nada porque lo único que le salía en ese momento eran improperios hacia ese señor; así que mejor callados…
Cuando ha terminado de ver a mi hijo le ha ayudado a levantarse y a bajarse de la camilla por la escalerilla. Mi hijo ha venido hacia mi desesperadamente, lo he abrazado y besado con todo mi amor y le he dicho que ya había pasado todo, que estábamos ahí con él y que lo quería. EN seguida mi hijo, dentro de su susto me ha comenzado a tirar de la ropa pidiendo teta y, como no, se la he dado allí mismo, entonces ha sido cuando se ha relajado del todo. ¡Bendita teta!. Ahora, le ha quedado bien clarito mi postura ante lo sucedido.Como ya sabéis, según este señor mi hijo lo que tenía que hacer ya es dejar el pecho así que le ha echado una mirada a mi hijo y a mí que si las miradas matasen ahora no estaría escribiendo esto. Cosa que me ha hecho gracia dentro de mi enorme cabreo, pues una vez más demuestra de qué pié cojea.¿Diagnóstico?, fiebre sin foco pero posiblemente de las vacunas. ¿Pues no era sin foco?.Que la garganta y los oídos los tiene estupendamente y que puede estar con fiebre hasta el domingo que no le pasa nada. Que ya nos ha dicho que un niño puede estar con fiebre tres días y entonces llevarlo.¡Vamos!, que encima el señor se ha molestado de vernos por la consulta, como si fuéramos mucho…gracias a Dios mi hijo tiene una salud de hierro y lo más grave que ha tenido ha sido un resfriado así que salvo las revisiones visitarlo poco tirando a nada, y si algún día ha estado malito y lo he llevado estamos en nuestro derecho de que lo vea, para eso está ahí.
Bueno pues nos hemos ido sin más y por supuesto sin decir adiós, más que por nada porque volvía a estar ocupadísimo con su teléfono, ¡Dios, qué obsesión!.
Y ahora, una vez aquí pienso lo bien que podría haber quedado diciendo desde un principio: -Bueno Alejandro, hoy te voy a ver yo, no pasa nada, papá y mamá están ahí, a tu lado y no te voy a hacer daño-Pero ¡no!, es que si hace eso lo hace bien y claro…ya se sabe. Si hubiera hecho eso no hubiera habido ningún problema porque no está de más que el niño se acostumbre a él poco a poco para que no tenga que sufrir cada vez que lo ve, pero de esas formas no, eso si que no lo voy a consentir. Porque ni su padre ni yo pasamos de él y sus necesidades, no lo ignoramos jamás y siempre respondemos a su llamada lo antes posible. No pienso tolerar que venga un medicucho de tres al cuarto que es lo que está demostrando ser a que nos diga que ignoremos a nuestro hijo cuando más nos necesita.
Total...que entre el disgusto y que hemos salido igual que entramos más nos hubiera valido no ir al pediatra. Mi hijo sigue malito y viéndome a mi dudo un poco que su friebre sea sin foco y encima mi hijo se ha llevado un disgusto y nosotros estamos cabreados por el resto del día.
Y después de desahogarme contándoos toda la historia os dejo hasta el Lunes y os deseo un feliz fin de semana a todos.Nosotros, obviamente, lo pasaremos en casa y dando algún que otro paseo al parque, pero felices con los cuidados de papá ;)