Que los niños aprenden de lo que ven y escuchan, lo sabemos todos. Que algunas "normas" las tengan interiorizadas, lo conocemos gracias a detalles y anécdotas como ésta.
En casa, no se dicen palabrotas. Bueno, alguna se dice, pero tratamos de evitarlo, o nos excusamos (los adultos) ante las Genovevas. Muchas veces, l'aînée nos recuerda que tenemos que decir "Oh la la". Las palabras "mágicas" que le expliqué en su día para esos momentos en los parece que sapos y culebras quieran salir de nuestra boca, y para ser educadas y buenas niñas, cambiamos por "oh la la".
Ayer, al recogerla en la puerta de su clase, la profesora me dijo que no había podido reírse más con lo que l'aînée había dicho.
En clase, los niños estaban diciendo "jope", y la profesora les dijo que eso no se decía, que podían cambiar esa palabra por "contra" (palabra muy utilizada en la isla). A lo que mi marisabidilla de hija replicó que también se podía decir "oh la la".
Es para comérsela, ¿o no?
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