En El perro del hortelano Lope de Vega hace alusión al refrán de "el perro del hortelano que ni come ni deja comer", en claro símil de un amor escondido entre Diana, condesa de Belflor, y su secretario, Teodoro. Esto propició que se hiciera extensivo a las personas para cuando ni hacen una cosa ni dejan que los demás la hagan tampoco.Después de una semana de adaptación -que no era tal, porque entraba a las 9 y salía a las 15-, en la que l'aînée entraba llorando y salía contenta. En que por la tarde decía "no voy a llorar" y lloraba; "voy a entrar con los niños de mi clase" y no había quien la soltara de la mano... Llegó el lunes. El temido lunes.Por cambios varios en el calendario personal y de trabajo, me tocó a mí ir al colegio. Se levantó bien. Con un poco de sueño. Pero desayunó, se lavó los dientes e hizo pipí como siempre. Se vistió y le hice una trenza de "princess" junto con las dos trabitas nuevas que compramos el sábado.En algún momento de la preparación, me dijo: "mamá, ¿dónde está Yvette?" #CosasDeNiños
En el coche, ella me indicó por donde tenía que ir. Y llegamos bien de hora, tan bien, que fuimos las dos a secretaría a entregar el papel de las actividades extraescolares. Ella se sentó en una de las sillas de espera, y cuando acabé, me dió la mano y bajamos las escaleras para volver al patio.Allí, en medio de las escaleras, habían dos niñas mayores, de unos 7-8 años, que estaban con un cuaderno y una mochila de las Monster High a sus pies. Danièle, que tenía unas cartas de las Monster High en la mano se paró y les enseñó las cartas. Hablaron un poco, y tras despedirse bajamos a esperar que sonrara la campana.Jugamos a contar las cartas en todos los idiomas que practica. En español, en inglés y en francés. Ya, en la última tanda de cuenteo, me dijo que estaba cansada de contar. (qué casualidad que sea cuando hablábamos en francés).Sonó la campana, y mientras yo me ponía un poco tensa por el que pasaría ahora, ella se acercó a la puerta, agarrada de mi mano. Le dije si quería esperar a que pasaran los niños, o si quería ser de las primeras en entrar. Hizo caso omiso, contestándome que ¡le diera su beso! Con la cara medio pintada por el carmín rojo, se soltó y se fue a la puerta sola, y sin mirar atrás.No lloró. Pero tampoco se giró.
Estoy contenta con ella porque ha superado la rentrée al colegio. Sale contenta. Y ya comienza a decir que le han explicado en clase, qué cosas ha aprendido... Esta tarde, es la reunión de infantil. A ver que nos cuentan.