Cualquiera que haya ido a comprar a un supermercado con los hijos puede tener anécdotas que contar, buenas experiencias, malos encuentros...Pongamos que un sábado por la mañana, me acerco al super con mi hija de tres años y mi hija de 1 año, ésta última sentada en su silla de paseo. Cogemos una cesta, y comenzamos por el pasillo central, el de las carnes, primera cosa que necesitaba en mi lista de la compra mental.
Justo delante de las bandejas del pollo, tres personas. Un señor y dos mujeres hablando sobre sus cosas. Espero unos minutos -no exagero, minutos- a que terminen de hablar y se den cuenta de que quiero acceder al sitio que están tapando. Le digo al señor dos veces -DOS- "por favor" y me muevo para que vea que quiero coger algo de la nevera. El señor ni se inmuta. Así que al cabo de unos segundos -esta vez sí-, dejo el carro con la niña, la cesta vacía y la niña mayor en el pasillo, indicándoles que voy a intentar coger la carne y que no se muevan. Al ver movimiento, el señor se intenta apartar, y mientras murmuro algo -alto y claro- el señor, por llamarlo de alguna manera comienza a decir que va a coger el carro que tiene aparcado justo al lado del carro de mis chicas. A lo que, cuál madre tigre, me lanzo a decirle que si él mueve el carro, que tenga cuidado con mis hijas, que ya le había dicho que se moviera amablemente para coger la carne, y que como estaba hablando con su mujer o amiga o amante, estaba interrumpiendo el paso.
Y ahí ya se ha liado. Y puedo decir que estoy orgullosa de mí misma, porque cuando me tocan la fibra, puedo elevar la voz e insultar como si fuera la barriobajera más grande del pueblo, pero he estado hablando con los impresentables esos sin alterarme, y sin insultar -mis hijas estaban delante, tienen que aprender que las situaciones se resuelven sin necesidad de aspavientos-. Pero que me ha fastidiado la situación, sí. Porque si les ha molestado que dijera que estaban en medio de un sitio, al que los demás queremos acceder; o si les ha molestado que cogiera a mis chicas y las acercara a mí, para que no hubiera problemas, pues no es culpa mía. Que el insulto de "goda entrometida" se lo pueden meter por donde les quepa. Que no voy a caer en su misma espiral, como así les he dicho. Pero que me ha molestado que me dijeran eso, sí.
Hoy, lunes ya no tiene sentido escribir esto, ya que el nerviosismo por la situación ha desaparecido, pero puede servir(me) de ejemplo para futuras situaciones en las que ocurra algo similar.
¿Qué podemos sacar en claro de esta situación? Los niños son esponjas y hacen y dicen lo que ven y escuchan. Les enseñamos que hay otra manera distinta a los gritos, a los insultos, una salida más diplomática. No creo que continuen con la frustración o el enfado que les puede surgir, pero por lo menos es una cosa bien hecha.
¿Cómo habrías actuado tú? ¿Qué me recomiendas si hay una próxima vez? ¿Qué he hecho mal (o bien)?
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Si te has quedado con ganas, de más, te recuerdo que los lunes escribo un artículo de moda en Nuestro Diario, hoy te traigo las novedades para el otoño-invierno de Esprit, muy buena calidad, muy buenos diseños, pero precios que van acordes con su calidad.