- El tiempo en llegar y volver. A pesar de vivir en una isla, la playa a la que solemos ir está a unos quince o veinte minutos en coche. Lo que a la ida, es estupendo, pero a la vuelta, hay que tratar que no se duerman, y siempre hay un montón de coches. La piscina, en cambio, está a cinco minutos en coche. Y podemos ir caminando. No da lugar a caer dormidas a la vuelta.
- El ambiente. La piscina está en un sitio en el que siempre que salimos, nos azota el viento, literalmente. Recién salidas del agua, y aunque estén bien secas, siempre nos da el viento y eso provoca que estén con resfriados. En la playa, en cambio, siempre hay sol, aunque también hay viento, y cuando estás sentado en la toalla, y te llega una ráfaga, te deja echo una croqueta.
- La temperatura del agua. En la piscina, hay una piscina con temperatura adecuada para niños. Y en la playa, si vas muy temprano, o muy tarde, el agua está helada. Aunque siempre hay niñas valientes, como la petite, que no duda en tirarse al agua y chapotear.
- El sabor del agua. Y es que cuando están aprendiendo, es lógico que traguen agua. En la playa, tragan un poco de agua, y se revuelven, o se echan a llorar. En la piscina, tiene tanto cloro, que tampoco sabe bien, pero por lo menos, la soportan.
- Los baños. ¿Quién no ha tenido nunca una urgencia infantil? "Mamá, tengo pipí." Y con suerte. En la playa, si sólo es eso, pueden acercarse al agua, sino, los baños que están a la entrada de la misma, no suelen ser muy higiénicos. En la piscina, están relativamente limpios y más cerca.
- La diversión/espacio. En la playa, llevas todos los juguetes habidos y por haber que te caben en el maletero del coche. La tienda de la petite para que no se queme, una mini piscina para que también esté dentro del agua, cubo, rastrillo y pala y juguetes varios para hacer castillos, caminos o agujeros. En la piscina, no llevas nada, pero hay pelotas, "churros" y juguetes para los niños. Lo mejor es que sólo te encargas de llevar al niño y no cargas con nada. En la playa, puedes nadar o jugar en la arena. En la piscina, sólo nadar.
- Seguridad. Aunque la playa tiene un puesto de la cruz roja, y hay dos "vigilantes de la playa" caminando de lado a lado, no te puedes fiar. Y también llevas manguitos, chaleco y flotador. Aunque nunca se meterán solas en el agua, hasta que sepan nadar como sirenas. Y en la piscina, hay un par de socorristas que siempre están vigilando. Además los monitores tienen el curso de primeros auxilios. Así que seguros están.
- Limpieza. Y con este punto, acabo. Cuando vamos a la playa, te llevas a los niños, y su peso en arena. Arena que por mucho cuidado que tengas, acaba en el coche, en el ascensor, en las toallas, en el pelo, en el suelo recién barrido, y en la bañera. Pero no sólo ese mismo día, tardas dos o tres días en hacer desaparecer la arena. Más la que se come la petite, claro. En la piscina, lo único que te llevas es el olor a cloro que se quita con una buena ducha.
Hay muchos puntos más, (color, olor, sitio abierto contra sitio cerrado...) pero de momento, se me ocurren estos. Y tú, ¿qué prefieres? ¿Eres más de playa o de piscina?