-Espera, espera, cariño, coge este huevo.
-Mami, ¿y qué hago?
-No lo aprietes que te manchas, y sonríe que te hago una foto.
-(sonrisa y pensamiento de "mi madre está loca, pero vamos a hacer lo que pide") Comenzamos a separar las yemas de las claras. Mi hija pensó que era muy divertido ese paso de la yema de un cascarón al otro. Y pasamos a batir las claras a punto de nieve. Primer fallo: no teníamos una batidora de las manuales. Así que empecé con el tenedor, y tras ir al salón a preguntar, por si acaso, yo no la había visto, me dijo que usara la batidora con las palas. -sin comentarios- Después con la cuchara de madera, fuí vertiendo los ingredientes en el orden y en la cantidad indicada por Carmen.
-Cariño, en este vaso, tenemos que poner el azúcar primero. Hasta este número.
-Vale (comienzo a verter)
-¡Ya, mamá, ya!
-A remover. Coge así la cuchara, y mientras tú giras, yo voy echando los ingredientes.
-Vale (seguimos el mismo procedimiento con todos los ingredientes) Indicación del número en que se tiene que fijar, vierto contenido, grita que ya, removemos en la fuente...
A todo esto, llega el padre, y me pregunta, "¿pero ya has precalentado el horno?" "claro, ya lo puse hace un rato", "no calienta", "oh! no moví la rueda que me faltaba" (pues lo hago ahora, que vamos despacito, y da tiempo a que se caliente) Mientras Dani, toda orgullosa le decía a su padre que "mira papá, cómo lo hago". En algún momento, tuve que decirle que parara un poco, para poder menear la masa con más fuerza, y sin tener que agarrarle a ella la mano, porque ya comenzaba a haber una buena pasta, y oye, que cansa!!
-Dani, si quieres, mientras yo hago otra foto, y voy removiendo un poco más, puedes ir lavando el bol y secando el molde azul.
-Sí, pero me das papel, que has manchado un poco aquí. (sí, se me cayó un poco de harina sobre el poyo, ¿y?)
-Mira mami como lo hago.
(¡foto va!)
Nada más acabar, vertimos el contenido en el molde, le dije que si quería probar la cuchara de chocolate, y tras meter el dedo en la fuente con los restos se lo dejé probar. Después la cuchara. ¡Cómo no! ¿O acaso no recordáis ese mismo momento, en la cocina con vuestra madre, y ella dejándoos probar el postre a través de la golosa o de la cuchara?
Abrí la puerta del horno. Dejé el molde con el futuro bizcocho, y terminantemente prohibido abrir el horno en la siguiente media hora. Aprovechamos para el momento ducha, puesta de pijamas y preparación de cenas. Llegaba un olorcito más rico...
Cuando lo cogí, y lo pusimos en el plato, nos pusimos ojipláticas de la buena pinta que tenía. Yo ya lo he probado y está buenísimo. Danièle lo probará en el desayuno. Espero que le guste tanto como le ha gustado el momentazo de la cocina.
-Gracias Carmen por esta receta. Vas a convertir a mi madre en una experta cocinera. Ya me tiene cansada con tanto arroz y salchichas y yogur. Hacía falta que aparecieras por el mundo 2.0 para que hubiera variedad en esta casa, y por supuesto, postre de chocolate, que me ¡en-can-ta!
