Revista Diario

De cómo sobrevivir a un enfado mío

Por Bergeronnette @martikasprez
Que tengo mal genio. Pues sí, oiga. Que soy una buenaza, pues también. Que tengo una explicación, sí, claro, como no. Una tiene sus raíces francesas, y toda una infancia en la Ciudad del Viento. Que para quien no lo sepa, en Zaragoza, cuando la gente va encorvada no es por el frío, o por los años, sino por el cierzo, que se te cuela por todas partes de tu cuerpo, y te vuelve medio loco. Y aunque lleve unos años afincada en una isla, donde el calor prima, y el único viento que sopla es el alisio, que no refresca, sólo te desordena la melena, no vale. Sigo teniendo mi genio maño. Y mi impaciencia francesa.Porque oiga, mi madre, una gran señora, parisina de pro, y mujer moderna donde las haya, tenía su geniecillo. Que el taxista fumaba, y ella acababa de dejar de fumar, y lógicamente, le molestaba el humo, pues el taxista tenía que tirar su cigarro. O si no, se armaba la de dios. Que la dependienta tardaba más de la cuenta en preguntarle que quería, pues, escóndete debajo del perchero, porque las prendas podían volar. Que en el supermercado no estaba el precio puesto, y se formaba una cola de más de cuatro personas, ay, ay, ay, que el tiempo es valioso para todos. La adoro. Y esa parte de miedo y respeto que tenía cuando era una niña pequeña, se ha transformado en asertividad, y eficacia.
Del latín efficacĭa, la eficacia es la capacidad de alcanzar el efecto que espera o se desea tras la realización de una acción. No debe confundirse este concepto con el de eficiencia (del latín efficientĭa), que se refiere al uso racional de los medios para alcanzar un objetivo predeterminado (es decir, cumplir un objetivo con el mínimo de recursos disponibles y tiempo).
Hoy, tenía cita con la pediatra (y la enfermera) para la petite para la revisión del año, y la primera vacuna de la varicela. Hagamos cuentas... Ella cumplió el año el día 4, hoy es día 16, casi dos semanas después. Bien, vale, asimilé que no había hueco y me dijeron hace un par de meses (que tuvimos revisión de peso), que día prefería.
"El lunes", salté yo. Es el día que trabajo también por la tarde, y puedo "escaparme" antes, llegar, revisar, vacunar, darle de mamar y volver al trabajo.
"Te viene bien a primera hora, a las 5...?"
"¿La primera hora es?"
"Las 14.40."
"Adjudicada para mí."
"Nos vemos entonces, me decía la enfermera, el lunes 16 de julio a las 14.40h. Trae la vacuna varivax si quieres ponérsela ya a la niña"
Pensamientos internos, yo soy la madre, tú eres la pediatra, no eres tú quién me tiene que decir si es conveniente ponérsela ya, al año, o esperar a que empiece la hermana el colegio en septiembre... ¿?
"Ya tienes anotada la consulta en el ordenador, te la pongo igualmente en la cartilla de vacunación."
"De acuerdo, muchas gracias."
Eso sí, amable soy un rato. Y el "gracias" y el "por favor", no faltan nunca, aunque me ponga como una borde de vez en cuando. Pero ¡con razón!
Lo tenía todo preparado ya esta mañana, la cartilla en el bolso, la vacuna en una bolsa en la nevera, para subir al llegar del trabajo, y cogerla, el marinovio informado que tenía que despertarse antes de las 14 (sí, es lo que tiene trabajar de noche, que el "pobrecito" puede dormir todo el día, sin niñas que le salten encima, le pidan agua, apagar la luz, un cambio de pañales, o la teta). Y como soy precavida, he entrado a la web del SCS para ver la cita de mi grillito pequeño. Y sí, señores, ¿ustedes han visto la cita? Pues yo tampoco. Ahora no tengo cita para hoy, ni para mañana, ni para pasado. La petite ha desaparecido del sistema informático. Tras gestiones telefónicas, y mi creciente mal humor. He averiguado que me habían cambiado la fecha para el día 12. ¡Sí! Lo sé, el día 12 fue el jueves pasado. Más gestiones telefónicas, y un comienzo de "hoja de reclamaciones que les voy a poner esta tarde" en curso, la enfermera de por la mañana (más maja ella) me informa lo que ya me habían dicho antes, que me habían cambiado la cita para el 12, y que, ¡anda, pues no te han informado! que además la pediatra está de vacaciones, no tiene remplazante, y están a tope.
Lo sé, los recortes nos afectan a todos, entiendo que de 12 niños que tenías que ver hoy, hayan pasado 25, pero es que yo no tengo la culpa que me hayas quitado mi cita, y cambiado de día, sin avisar. Que tengo la prueba en la mano, que pone 16/07/2012 a las 14.40 horas. No es invención mía. Entiendo que si la pediatra está de vacaciones, y por culpa del gobierno que tenemos (ahí, ahí, lanzando a dar), no se haya presupuestado poner un sustituto, usted tendrá más trabajo que hacer, pero es que sólo quiero que me des cita.
"Le puedo dar consulta con su pediatra el lunes que viene, a la misma hora".
Pues eso, que tengo una semana para tragarme el mal humor que se me ha puesto con este cambio de fecha, -que, por cierto, es la segunda vez que me pasa-, pero tengo un ratito de más, en el que voy a poder comer yo también.

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