Situado en lo mas alto de la meseta que da albergue a la Acrópolis de Atenas es un edificio por todos conocido construido "casi" enteramente en mármol. Y digo "casi" porque ahí radica la clave de esta historia. Los enormes bloques de mármol (o sillares) no están unidos entre si por argamasa o cemento, si no por unas curiosas "grapas" de plomo que quedan ocultas a la vista. Las grandes piedras eran agujereadas previamente y al juntarse se vertía en estos agujeros plomo fundido, que al solidificarse creaban estas "grapas" que unían firmemente los bloques. Después de este pequeño apunte de arquitectura volvamos a la guerra. En los últimos estertores de la contienda las fuerza griegas habían conseguido sitiar a los combatientes turcos en la acrópolis y concretamente se hicieron fuertes en el Partenón. Ante la dureza de la batalla y la firmeza del sitio griego los defensores turcos se estaba quedando sin munición, y ¿cual fue la solución que encontraron?, efectivamente la que alguno de vosotros ya habrá imaginado, desmontaron los enormes sillares y extrajeron el plomo de las "grapas" para fundir nuevas balas con las que continuar la defensa. Este hecho si que fue absolutamente real, se calcula que entre los destinados a este fin y los que desmontaron para hacer barricadas unos 520 bloques de marmol fueron arrancados del monumento. Los sitiadores griegos observaban escandalizados lo que estaba sucediendo. Su Partenón, símbolo de la grandeza de la Grecia clásica ¡estaba siendo demolido para fabricar balas!. Sólo se les ocurrió una manera de frenar lo que estaba sucediendo. Mandaron un comitiva para parlamentar con los sitiados turcos y les ofrecieron como regalo unas enormes cajas. Los turcos al abrirlas (supongo que con el caballo detrás de la oreja) observaron perplejos que les habían regalado cientos de balas de fusil. De esta manera consiguieron que les dispararan mas, pero frenaron la destrucción de su bien mas preciado, el legado cultural de la Grecia clásica. Ciertamente huele a mito creado con posterioridad, pero es tan bonito que yo me lo voy a creer a pie juntillas.
