Cuando fui a Grecia pensé que vería muchas cosas, pero nunca me imaginé que viviría una experiencia única y más para mí, una perruna empedernida: Y es que ¡en Grecia los perros de la calle son los reyes!
Yo nací y crecí en Venezuela, por lo cual para mí ver un perro en la calle, en estado de abandono es normal, tarea de todos los días… pero en Grecia había algo diferente y es que por una iniciativa gubernamental los perros en estado de abandono eran al menos atendidos, desparasitados, castrados y alimentados. Algunos muy queridos por sus vecinos y compañeros de barrio. Otros sin tanta suerte, pero al menos con una atención mínima que les permite sobrevivir de una forma un poco más digna que sus iguales en algunos países como el mío.
De allí regresé con una idea fija: hay que castrar a todos los perros de la calle. Y durante mucho tiempo lo intenté en Venezuela, recogía perritos en estado de abandono, los llevaba al vete, los castraba y les encontraba una familia que los quisiera. Ahora viviendo en España es diferente, busco ayudar como pueda, sobre todo a través de SOS Frenchie.
Volviendo a los perros de Grecia la historia es así, cuando las Olimpíadas de 2004 los perros callejeros eran –y siguen siendo- un gran problema para los griegos, andaban sueltos por las calles, abandonados, salvajes. Buscando mejorar la apariencia de la ciudad los recogieron a todos para dormirlos, pero por un clamor popular, luego de las Olimpíadas los echaron a la calle pero en una situación diferente: censados, vacunados, desparasitados, castrados y alimentados.
Así que si un día estás por Grecia y te cruzas con un peludo grande y gordo como un caballo (porque no sé por qué todos son así) que porta un collar azul y una placa en señal de que ha sido esterilizado y vacunado por el Ayuntamiento, no huyas… no te hará nada, simplemente vive su Grecia, como tu vives tu ciudad.
Muchos vecinos de buen corazón apoyan a estos perros y les dan comida y cobijo durante los días fríos y lluviosos, como en todas partes del mundo hay mucho maltrato y maldad, de hecho mucha gente los envenena “tratando de sanear la ciudad”, sin darse cuenta que los únicos tóxicos son ellos mismos.
El que estos perros estén abandonados en la calle, es como en todas partes del mundo motivo de tristeza, pero lo que me consuela es que al menos el gobierno busque hacer algo por darles una vida un poco más digna.
Su vida quizás es una ruina, como el Partenón, pero es respetado por muchos de los cuidadanos que conviven con él… y el respeto hacia otra vida, tan valiosa como la del hombre, no tiene precio…