Revista Diario

De cómo vivir sin abuelas

Por Bergeronnette @martikasprez
Leyendo acerca de la última campaña de Aquarius, llamada “Pueblos”, en la que se intenta buscar un pueblito a todos aquellos urbanitas que no tengan uno. Con lo que se pretende revitalizar el turismo español y rural, poniendo en contacto a estas personas con pueblos españoles que tenga menos de 2.500 habitantes. Pienso que mis grillitos -y yo misma- no tienen un pueblo al que ir en vacaciones. Y eso me da pie a pensar que mis grillitos no tienen abuela, por parte de ninguno de nosotros.
De momento, este año, tengo la guardería que cumple con su papel de "guardar", además de educar, durante el mes de julio. Pero el año que viene, con l'aînée en el colegio, serán dos meses un mes y medio sin nadie a quién dejársela. Un familiar, como una abuela, que la colme de atenciones, y la mime como  nosotros no lo hacemos. Yo echaba de menos tener una abuela, y un pueblo. Todos mis compañeros salían de vacaciones al pueblo con sus primos, sus tíos, a ver a los abuelos, y claro, eso yo no lo conocí, y ellas -mis hijas- me da que tampoco.
Realmente, se unen dos temas aquí, el pueblo y los abuelos.
Tal vez hoy, en día, es más normal, ser un urbanita, vivir en la ciudad, conocer toda la ciudad, incluso las playas se comen parte de la ciudad, para estar incorporadas a la misma.
Un pueblo era todo lo contrario, ver las estrellas por la noche, sin luces que te lo impidan, escuchar los grillos y no las pitas de los coches, sentir el frescor de la mañana, y escuchar al gallo de la casa de al lado. Conocer todos los animales de una granja, caminar por la hierba con los pies descalzos, subir a un árbol, ver un nido de pájaro, y una colmena, construir un refugio, hacer volar una cometa... Hay tantas y tantas cosas que se puede hacer en un pueblo. (Y sí, también en el jardín de casa, pero no es lo mismo) Y sobre todo, poder ir por la calle, sin necesidad de prestar atención a si pasa un coche, jugar con la pelota, saludar a las abuelas, sentadas delante de la puerta de su casa. ¿Imagen idealizada?
De cómo vivir sin abuelasLas abuelas ya no existen. Una desde hace tiempo, la otra murió al mes de nacer l'aînée. No van a conocer ese tipo de cariño, en el que se las mima, sobreprotege, les cogen las mejillas hasta estrujárselas y que salgan los colores. No escucharán el típico "te pongo más comida, que has comido poco", o "no recojas, ya lo hago  yo, pero no se lo digas a mamá". Tampoco les contarán las batallitas de su infancia, ni las aventuras de sus padres de cuando teníamos la misma edad que ellas. Echaré en falta que ellas me puedan ayudar con las niñas cuando estén malas y estemos trabajando, o cuando necesite una canguro por el motivo que sea, o simplemente irlas a visitar para que se las colme de atenciones.

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