Revista En Femenino

De compras y de empatías o antipatías

Publicado el 20 noviembre 2013 por Hogaradas @hogaradas

Por Hogaradas
Siempre me ha gustado ir sola de compras, o quizбs es que nunca he necesitado que nadie me acompaсe para dar su opiniуn acerca de quй me sienta mejor o peor o quй prenda es la que mбs me favorece. Acompaсada un pequeсo espejo que siempre llevo en el bolso, йl es quien consigue hacerme ver esa parte trasera de mi anatomнa que de otra manera serнa imposible, a menos que mi cabeza se convirtiera en giratoria, cual la mismнsima niсa de “El exorcista”, que gracias a Dios, no es el caso. Asн que con mi buen criterio por delante y la ayuda de mi espejo mбgico por detrбs, problema resuelto, ya que desde cualquier бngulo que me apetezca puedo comprobar perfectamente si es йsta o aquella prenda la que mejor se adapta a mн cuerpo y por supuesto, a mi persona.
Si dudo entre dos siempre recurro a alguna dependiente para que me resuelva la compra, aunque no suele ser lo habitual, ya que normalmente no me ando con medias tintas, y si algo me gusta, me encanta, de modo que es difнcil encontrar alguna otra cosa que alcance semejante nivel o que se atreva incuso a superarlo.
Me ocurre lo mismo con muchas personas, la mayor parte de ellas se encuentra en los polos opuestos, entre las que me caen de maravilla y con las que me apasiono, y las que sencillamente no soporto, pasando por un grado intermedio, ese de la indiferencia, aunque reconozco que este saco es el que estб mбs vacнo.
Hay gente con la que que incluso sin conocerla estableces unos lazos invisibles de complicidad, que se expresan a travйs de pequeсos gestos con los que saludarse, solamente por el mero hecho de formar parte de tu vida por vecindad. Me sucede muchas veces. Personas con las que no llego a cruzar mбs palabras que las de un saludo, pero con su sonrisa me lo dicen todo, y a las que por supuesto contesto regalando la mнa.
En el otro extremo estбn aquellos que no solamente no te saludan, sino que pueden fulminarte con una simple mirada, esa que por supuesto evito, y que consiguen que el sentimiento sea recнproco. Aunque a veces, las menos, eso es cierto, se obra el milagro, y la antipatнa se convierte en empatнa, una vez que se han bajado las armas y decidimos darnos una oportunidad, tras la cual saber si verdaderamente somos o no merecedores de la mirada fulminante o de una agradable sonrisa. Y es que ahн reside el problema, como en otros muchos casos, en juzgar sin conocer, y en dejarnos llevar por un gesto, o el simple aspecto fнsico de una persona.
Y entre medias, la indiferencia, porque aquн no valen ni sonrisas, ni miradas, ni levantar la bandera blanca o fumar la pipa de la paz. Esto tambiйn es recнproco, y cuando no hay voluntad no tenemos absolutamente nada que hacer.
Y hablaba yo de ir de compras, y de hacerlo sola, porque cuando uno se encuentra bien consigo mismo no existe mejor compaснa, y porque a medida que te vas conociendo un poquito mбs no puedes contar tampoco con mejor criterio.


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