De condado en condado por Nueva York
Viajar a Nueva York es enlazar una sorpresa con otra. Pasar de las pantallas gigantes de Times Square, a las vistas que ofrecen algunos rascacielos como el Empire State o el Rockefeller, coger un ferri para ver a la estatua de la Libertad presidir Liberty Island y cruzan el puente de Brooklyn caminado para asombrarse, una vez más, con las vistas de Manhattan. También la Gran Manzana ofrece espectáculos a lo grande o, ¿quién se resiste a un musical en Broadway o a la diversión de un partido de la NBA en el Madison Square Garden?
Casi todos los atractivos turísticos se encuentran en Manhattan, sin embargo, Manhattan es tan solo uno de los cinco boros o condados de Nueva York. El Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island completan la quintología de una ciudad habitada por nueve millones de personas.
Cada uno de estos boros (boroughs) tiene una identidad propia, un tipo de población diferente y construcciones distintas. Son prácticamente ciudades en sí y sus contrastes son uno de los grandes atractivos de Nueva York.
Una buena fórmula para visitarlos, si tenemos tiempo, es utilizar el transporte público y recorrerlos por libre (siempre con ciertas precauciones). Sin embargo, si tenemos tan solo cinco días o una semana, también podemos aproximarnos a ellos con una excursión muy famosa: el Tour de Contrastes (nosotros lo hicimos con See USA Tours).
La visita dura unas 4 horas y, en ese tiempo, moviéndonos en un autocar y acompañados por una guía, fuimos construyéndonos una visión general de las diferencias que existen en la ciudad más poblada de Estados Unidos. Casi todo el tiempo se va en el vehículo por lo que es imprescindible que el guía sea bueno. En nuestro caso no pudo ser mejor. Gracias, Elida Prieto. 😉
Si queréis la versión sonora del tour de contrastes, tenéis el podcast de “El gallo que no cesa” en Radio Nacional de España.
Podcast en El gallo que no cesa (RNE)Los autobuses escolares en Nueva York son como los de las películas 😀
Para empezar, unos toques de Manhattan y Harlem
El punto de encuentro es Manhattan. Hechas las presentaciones, avanzamos por la Quinta Avenida, esa gran calle famosa por sus tiendas que separa el este y el oeste de la ciudad. Nos dirigimos hacia el norte, dejando atrás Central Park y adentrándonos en Harlem.
En pocos kilómetros, pasamos de estar rodeados por rascacielos a ver viviendas sociales de ladrillo color café. El cambio se nota también en el nombre de las calles que empiezan a tener nombres latinos y en los rasgos físicos de la gente.
En Harlem viven sobre todo afroamericanos. Son más del 75% de la población y es que la historia de los boros de Nueva York está muy ligada a la inmigración. Por lo tanto, una buena recomendación antes de comenzar el tour, sería ir a Ellis Island y visitar el museo de esta isla, punto de entrada para 12 millones de inmigrantes entre los años 1892 y 1954. Allí se les preguntaba por su procedencia, por sus intenciones y hasta se les hacía un chequeo médico. Los que consiguieron entrar al país, un 98% -dicen- se fueron instalando en los diferentes condados, incluido Manhattan: Little Italy, Chinatown, Harlem, etc.
Una de las actividades que atrae a más turistas a este barrio es escuchar una misa góspel un domingo.
El tour avanza y dejamos atrás Harlem y su música para entrar en el Bronx.
The Bronx, el barrio de las pandillas que ya no es tan fiero como lo pintan
I love Bronx, me gusta el Bronx, un grafiti con identidad
La (mala) fama precede al Bronx gracias a películas como Distrito Apache o Los pandilleros. Y en este caso, la realidad sí es tan fiera como la pintan. En los años 70, 80 y 90 del siglo pasado, este boro estaba tomado por las pandillas. Había muchísimo narcotráfico, peleas, drogas e incluso asesinatos, una media de dos asesinatos diarios.
Sin embargo, la historia cambió a comienzos del siglo XXI. Fue entonces cuando el alcalde Rudolph Giuliani (1994 – 2001) cogió el toro por los cuernos y decidió actuar para volver a hacerse con el control del condado.
Hoy, convertido en un sitio mucho más seguro, la historia sigue reflejándose en sus calles. Vemos las zapatillas colgadas en el tendido eléctrico, carteles en algunas casas que indican que la policía está autorizada a pasar en cualquier momento, sin necesidad de orden judicial y, sobre todo, muchos grafitis que cuentan historias como nos muestra nuestra guía, Elida Prieto. <<Los grafitis son muy importantes porque te enseñan, te dan un look, de cómo lucía el Bronx de 1970 al 2000>>.
Amadou Diallo, asesinado por la policía de 44 disparos
En la ruta, nos detenemos en varios de ellos que reflejan la cruda realidad que se ha vivido en este boro con un siglo de historia. Vemos grafitis como el que honra a Christopher Ríos o Big Pun, un cantante puertorriqueño del Bronx muy querido en el barrio y que falleció hace ya 18 años por problemas de salud derivados de su obesidad; el de cuenta la historia de Jonattan, un niño que fue asesinado por enfrentamientos entre pandillas; y otros más amables como el de I love Bronx, amo el Bronx. Este dibujo muestra en cada letra una realidad del Bronx y refleja orgullo e identidad.
Estadio de los Yankees
Además de la ruta por el arte urbano, en el Bronx se visita el estadio de los Yankees y, a su lado, el sitio donde tuvo lugar el primer concierto de salsa de la historia.
Queens el barrio más diverso
La bola del mundo de Flushing Meedows
Una de las calles más céntricas de Queens. La mayor parte de los carteles están en español
2.400.000 personas de nacionalidades muy diferentes viven en Queens, el boro más diverso de Nueva York y de todo el país. Se hablan más 150 idiomas, aunque hay un gran predominio de población latina, algo que se nota en los letreros de los comercios – escritos en español -, en la comida que se sirve en los restaurantes y, simplemente, escuchando conversaciones en calles como Jackson Heights.
Podemos pasarnos horas recorriendo sus barrios, fijándonos en los rótulos que anuncian servicios de abogados especializados en extranjería, viendo pasar a la gente, observando su día a día… Sin embargo, y si volvemos con más tiempo, hay más lugares que merecen una visita.
Museos como el MOMA PS1 o el museo de Queens, con una maqueta enorme de la ciudad que es actualizada constantemente; Rockaway Beach, la playa urbana más larga de Nueva York, y zonas verdes fabulosas como el parque Flushing Meedows, donde está una enorme bola del mundo. Este parque, con muchas menos restricciones que Central Park, es el punto de reunión para los habitantes del Bronx, Queens y Brooklyn.
Brooklyn y Williamsburg, el barrio de los judíos ortodoxos
Judías ortodoxas paseando por el barrio de Williamsburg, en Brooklyn
Brooklyn es el último condado de Nueva York que se visita durante el tour de contrastes. Como todos los demás, está muy ligado a la inmigración. Gracias a la construcción del icónico puente de Brooklyn a finales del siglo XIX, fue el primero que empezó a crecer y a acoger gente de procedencias distintas. <<Es el condado donde primero empezó la vida al construirse el puente de Brooklyn. Comenzaron a venir los judíos que estaban hacinados en la parte de East Village, comienzan a pasar y a poblar Brooklyn o el Condado de Reyes como también lo llamaban en esa época>>, cuenta Elida.
Muchos de estos judíos se instalaron en Williamsburg, un barrio muy diverso de Brooklyn con una identidad propia y donde hoy en día conviven en armonía varias poblaciones diferentes entre sí: judíos ortodoxos, puertorriqueños, dominicanos y hípsters.
Vistas desde Brooklyn al puente y a Manhattan
Saliendo de Williamsburg, pero también en Brooklyn, hay muchísimas cosas que hacer: rutas de grafitis, el parque de atracciones y la playa de Coney Island y varios parques con vistas impresionantes a Manhattan y al puente de Brooklyn como los de las zonas de DUMBO o Brooklyn Heights.
Staten Island y Manhattan
En la visita se pasan por alto dos condados, por un lado, Manhattan, el más turístico, y por otro, Staten Island, un boro residencial con un par de museos, pero sin tantos contrastes. Si queremos verlo, podemos coger un ferri gratuito que muchos turistas utilizan como alternativa a la excursión a la estatua de la Libertad ya que pasa muy cerca de la isla y permite hacerse la foto y ahorrarse unos dólares.
Ellis Island, isla de lágrimas, isla de esperanza
Este vestíbulo de Ellis Island cuenta muchas historias de la gente que pasó por aquí
Creo que la visita a la estatua de la Libertad y, especialmente, a Ellis Island, merece la pena. Por esta isla, los inmigrantes entraban al país y se sometían a un interrogatorio, a un chequeo médico, etc. El proceso concluía de tres maneras diferentes: les dejaban pasar al país, les deportaban (tan solo un 2% -dicen- fueron deportados) y si estaban enfermos tenían que permanecer en el hospital de la isla hasta que sus dolencias se curasen.
Es un lugar que genera empatía y que permite pensar en las ilusiones que traía esa gente, en los momentos de tensión, de pena y alegría que se tuvieron que vivir aquí. Y extrapolarlos a hoy en día.
Muchos de estos inmigrantes, en gran parte europeos (cómo cambian las cosas) se instalaron en los boros de Nueva York y de ahí la diversidad de esta ciudad. Por eso mismo pienso que la visita a Ellis Island complementa perfectamente el Tour de Contrastes.