Esta tarde el mundo se va a parar y no será por las procesiones que nos inyecta la tele pública de un estado “aconfesional” ni por una hecatombe de dimensiones bíblicas según Hollywood. De repente ya nadie va tener problemas de ningún tipo, hasta los independentistas se extasiarían con una copa de un Rey del que dicen que “ni fu ni fa”. ¿Verdad que es curioso? Como si no pudiesen comprarse una cristalería entera!.
Es un buen día para dejar los trajes de la Gürtel en los contenedores de ropa, esos que todos los días intentan saquear muchas personas jugándose la vida. Un buen momento porque ni siquiera los reporteros de Telecinco van a buscarlos “en directo” para el Sálvame. Personalmente, y con lo que nos han costado, me gustaría que pusiesen un museo para que podamos ver lo cutre que llega a ser nuestra clase política
Esta tarde nadie se va a acordar de que hace un par de días que no cena, que no le puede dar desayuno a su pequeñajo, que se ilumina con cirios robados en una procesión o que las letras del Bankio lo van a dejar en la calle. Ni siquiera de que socialmente hemos vuelto a las cavernas trogloditas y se acercarán a Mestalla como romeros al Rocío o musulmanes a La Meca para ver el partido, aunque tengan que desembolsar la mitad de los ahorros familiares o empeñar la dentadura de la abuelaEl país va a pararse, las calles parecerán el desierto de Gobi a mediodía en verano. Es el efecto de la final entre el Barça y el Real Madrid. Todo se diluirá como azucarillo en un pantano ante lo que nos priva vociferar como descosidos en el bar de la esquina (que vuelve a estar lleno, no se si por efecto de la “recuperación” esa que nos venden o más bien de la desesperación) sobre la conspiración arbitral o el transfondo político. Somos así, nos cambia el ánimo cuando Messi, Ronaldo y Cia. gritan a la grada como lo hacían sus ancestros en el Coliseo: “Ave! Los que se forran os saludan”. Les regalamos nuestro afecto aunque sean mercenarios a sueldo para un club que si pagara todas sus deudas al fisco otro gallo nos cantaría a todos, a los futboleros y a los otros
Que quereis que os diga, no se si habréis notado que futbolero no soy demasiado, prefiero las bicis y las zapatillas, confieso. Pero es que siempre que pienso en el efecto del fútbol en las masas me vienen a la cabeza el pobrecillo Amadeo de Saboya diciendo aquello de “Ah, por Bacco, no entiendo nada, esto es una jaula de locos” y Marx con “La religión es el opio del pueblo”. Cada vez estoy más convencido de que el buen hombre de haber nacido un poco más tarde, hubiese salido a la calle con sus barbas, gritando desencajado: “El fútbol es el opio del pueblo”. Eso sí, abrazado a la bufanda de su equipo favorito, seguro.
Es la receta “nouvelle cuisine” para mantenernos durmiendo la siesta y que no les demos la tabarra. En resumidas cuentas, lo de siempre, “Panem et circenses” aunque, por lo menos, el imperio procuraba el pan para saciar el hambre de la plebe y no se quedaba en mitad de la frase como nos sucede hoy en día. Supongo que será cosa de los recortes, que han afectado a la segunda mitad..
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