- Buenos días don Sérvulo. Al final sobrepasamos el veintiuno.
- Buenos días don Elpidio. Yo, concretamente hoy, sobrepaso los ochenta y dos y usted, en un mes, tres cuartos de lo mismo.
- Pues felicidades hombre, pero me refería a lo del fin del mundo, que los mayas habían calculado para el veintiuno de diciembre de dos mil doce. Antesdeayer, sin ir más lejos.
- ¡Ah bueno! Se refería a eso. Igual calcularon mal. Ellos no manejaban los años bisiestos y aunque lo hicieran, tampoco sé si contemplaban que cada cuatrocientos años no es bisiesto para compensar unos minutillos que le sobran a cada año.
- ¡Cuánto sabe usted de astronomía! Me deja asombrado cristiano.
- No se crea, es que se lo oí decir a mi nieto el otro día y me lo apunté. Me dije: seguro que en algún momento puedo dejarlo caer y me pego el pisto con alguien. Y ya ve, le tocó a usted.
- Entonces ¿usted cree en esto del fin del mundo y en que se pueda calcular?
- ¡Pues claro, hombre! Igual que creo en dios o en que el Sevilla le iba a ganar a la Real Sociedad. Yo soy un creyente que tiene la absoluta certeza de que puede estar equivocado. Como por otro lado me demostró el Sevilla el jueves y más veces de las necesarias esta temporada.
- Pues no señor. Para mí, el creyente tiene que ser indesmayable en su fe hasta el martirio, si necesario fuere.
- Ya, pero es que usted nació el día de la Conversión de San Pablo y eso marca. La fe del converso es la más granítica y entusiasta que existe. Además, las caídas desde un caballo suelen tener mal pronóstico.
- Y usted nació dos días antes que el Niño Jesús y eso también debería marcar.
- Bueno será aclarar que dos días antes pero casi dos mil años después, no vaya a creer alguien que somos coetáneos. Y esto, como el cálculo de los mayas. Ni es exacto el día, ni tampoco el año. A mi nieto le oído decir que Cristo nació en el año siete antes de Cristo, lo cual tiene difícil lectura y peor comprensión.
- Su nieto es un pelín ateo y muy jodelón con las fechas, por lo que veo.
- Es que esta juventud de hoy nace “aprendía” don Elpidio. Parece cosa del diablo.
- ¡Ea! Pues felices fiestas.
- Felices las tenga usted y todos los suyos.