Nada más nacer tu bebé, empiezas a oír aquello de que “cada niño tiene su propio ritmo”, “no compares a tu hijo con los de tu vecina” y sucedáneos. Y te lo crees. Si tu hijo tiene año y medio y no anda, no pasa nada, ya andará, no hay por qué preocuparse y, sobre todo, no le fuerces. Que va a la guardería y todos los de su clase hablan por los codos y el tuyo apenas dice “mamá”, no compares que es peor, ya hablará, seguro que cuando empiece no hay quien le calle. ¿Os suena?
Bueno, pues todo esto es válido… hasta los 3 años. ¿Qué pasa entonces? Pues pasa que tiene que empezar el colegio y tiene que ir con los deberes hechos. A saber: se acabaron los purés, el niño tiene que comer sólidos, y se acabó el pañal, debe saber ir al baño solo o, en su defecto, pedirlo a la profesora (con tiempo, a poder ser). Da igual que haya nacido en enero o en diciembre. Bueno, pues hoy vengo a hablar del adiós al pañal.
Con el Mayor tuvimos suerte. En la guardería se dieron cuenta de que podría estar preparado para quitarse el pañal con dos años y poco. Nos lo propusieron y nosotros accedimos a probar. Y no nos fue del todo mal. Fue un verano marcado por la fregona y montones de calzoncillos de la talla mini, pero consiguió no usar pañal durante el día. Su mayor problema era que aguantaba demasiado y, para cuando quería ir al baño, ya era tarde. Algo normal y habitual en esta etapa. Sin embargo, hubo, como siempre, voces que “nos aconsejaban” volver a ponerle el pañal porque era mucho trabajo ir limpiando escapes. Pero nosotros confiamos en nuestro hijo, le dimos tiempo y comprensión. Enfados cero.
En este caso, nos ayudó bastante un orinal que emitía una musiquilla cada vez que caía algo, sólido o líquido. Mi hijo se ponía muy contento y le encantaba hacer sus necesidades allí. También ayudó el que le permitiéramos acompañarnos al baño si quería para ver cómo se hacía aquello.
El Mediano fue otra cosa. Estando a punto de cumplir los 3 años, estuvimos casi obligados a quitarle el pañal porque tras el verano empezaba el colegio. Si hubiera dependido de nosotros, hubiéramos esperado a verle más preparado, pero no pudo ser. Y poco a poco fuimos retirando el pañal, al principio a ratitos cortos y, después, más largos.
Esta vez, el orinal no ayudó mucho. Fue más el hecho de ver a su hermano mayor ir al baño. Es más, como el Mayor ya hacía pis de pie, el Mediano se empeñaba en hacerlo así también, pero aún no llegaba, ¡pobre! A mí me hacía gracia, pero él no entendía por qué no podía y mojaba el suelo. Menos mal que fue cuestión de tiempo y que está en pleno crecimiento
.CONTRAS:
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Hay que estar muy pendiente para evitar los escapes o minimizarlos al máximo. Después de un tiempo, aprendes a diferenciar la cara que pone cuando se le está escapando algo.
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En casa, hay que tener preparada la fregona. Y la paciencia también. Lo que hacía yo era sentarle a esperar que se secara el suelo, para que fuera consciente de lo que había pasado. Y nada de enfados. Están aprendiendo.
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En la calle, hay que llevar siempre ropa de cambio suficiente como para varios escapes. Y yo os diría que algún pañal también por si le entran ganas de hacer caca.
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Hay que comprar muchos calzoncillos (o bragas). Si son de dibujos que le gusten mucho mejor. Da igual que sea verano y que la ropa se seque más rápido. Ten en cuenta que, después de limpiar los escapes, es probable que no tengas ganas de lavar también la ropa. Yo me esperaba al tercer escape para lavar una tanda de ropa porque, si no, me tenía que pasar el día lavando. Y a mano, porque no vas a poner una lavadora para un calzoncillo y un pantalón.
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En cuanto pidan ir al baño, tendrás apenas unos segundos para reaccionar. Entrarás en los sitios y lo primero que buscarán tus ojos será el baño, por si tienes que salir corriendo. Bienvenidas al mundo de los baños públicos.
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Los consejos sobre este tema también te llegarán sin pedirlos. Algunos, incluso, te harán dudar. Habla con el padre (o la madre) y decidid qué vais a hacer, cuándo y cómo y haced oídos sordos a todo lo que no os ayude a lograrlo.
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Como todo lo relacionado con los niños, vas a poner a prueba tu paciencia. Respira.
PROS:
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El pis de un niño de esa edad aún no es como de un niño mayor. No huele tan fuerte ni es mucha cantidad, aunque a veces lo parezca.
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Si la operación pañal se realiza en verano, siempre habrá menos ropa que lavar porque puede ir sin pantalones por la casa.
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Cuando pases dos días sin escapes, sentirás una alegría inmensa.
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Cuando llevéis cuatro escapes en una hora, antes de tirarte de los pelos, piensa en todo el dinero que te vas a ahorrar en pañales. Quizás al principio pienses que el dinero de los pañales lo gastas en agua y detergentes, pero eso es sólo al principio. Antes o después, todos los niños acaban sin pañal.
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En cuanto tu hijo consiga controlar sus necesidades, va a coger muchísima confianza en sí mismo. Aplaúdele sus logros. Le va a encantar ir sin pañal.
Para lograr decir adiós al pañal sin traumas, es necesario que el niño esté preparado y que vosotros, los padres, estéis convencidos. No vale echarse atrás al tercer escape. Hay que ser constante, sobre todo, para que el niño no se haga un lío (puede darse el caso de que ya no sepa si lleva o no pañal). Y, como dije antes, todo lo que no os ayude en vuestra decisión, ignorarlo. Nadie mejor que vosotros conocéis a vuestro hijo, sabéis si está o no preparado o si es mejor volver al pañal o perseverar en su retirada. ¡Suerte!