A veces me pregunto porqué los padres apuntan a sus hijos para hacer deporte, y no me refiero a la razón que lleva a un niño a decir Papá, quiero jugar a fútbol sino lo que motiva a los padres a renunciar a fines de semana, a pasar tardes esperando a que acaben los entrenos mientras se te hielan las entretelas con el frío que está cayendo estos días. Es una pregunta que nos deberíamos de hacer todos los que hemos perpetuado la especie y nos toca ir a lugares extraños, madrugando un fin de semana para que nuestros hijos corran, naden, patinen o vete tu a saber qué.
Una gran mayoría lo hacen porque les han dicho que es bueno que hagan deporte, otros porque sus hijos se divierten y con eso tienen suficiente. Quizás los padres no comprendan las normas ni lo que exige la disciplina, pero no les importa, se sientan y animan, ganen o pierdan. Verles sanos, corriendo, disfrutando y riendo con sus amigos es premio suficiente y aceptan pagar el precio simbólico de llevarlos arriba y abajo y decorarse los ojos con esas orejas tan de moda en estas fechas.
Por otra parte, hay una sección que solo mira el resultado, si ganan o si pierden. No digo que la felicidad de su hijo no sea importante, pero lo supeditan todo a ganar, a ser los primeros. Exigen resultados y no soportan perder y pierden la paciencia, el temperamento y mucha veces las formas, tanto con el rival, como con el árbitro y lo que es peor, con su propio equipo.
Lo primero que habría que tiene en cuenta es que el éxito, ganar, triunfar, no es un objetivo por si mismo, es una consecuencia, es el resultado de muchos factores que han de estar alineados. Plantearse ganar de entrada, no tiene ningún valor, ya sea en el deporte, en el trabajo o en cualquier ámbito de la vida.
Es importante saber de donde partimos, conocer cual es el estado actual y real. Si están empezando es lógico que de entrada no se consigan resultados, hay que tener los pies en el suelo y conocer que se puede exigir de cada uno ya que cada niño tiene sus propias habilidades y progresos. Unos pueden ser más atléticos, otros más torpes, otros más listos, otros entender antes el concepto, y no todos parten del mismo punto y es contraproducente pedirles más de lo que pueden aportar.
Con esta base, podemos plantearnos como mejoramos. Aquí es donde empieza lo que para mí es el deporte, un camino para disfrutar y crecer como persona: a base de entrenar, a base de sacrificio, de esfuerzo, pero sobretodo, disfrutando del proceso. Si se entrena como se ha de entrenar, se hacen bien los ejercicios, si se aplican las enseñanzas del entrenador y luego ves que esto aparece en los partidos, no puedes pedir más, has de tener paciencia. Entiendo que no todos lo pueden saber, no todos se quedan a ver los entrenos, no todos saben que se entrena ni que se practica y por tanto, no siempre tienen todas las claves para entender si se está mejorando o no.
Lo que hemos de tener claro, o al menos para mí, es que el ganar es una resultado. Lo que hemos de fijarnos no es si el equipo contrario nos gana o es mejor, sino si nosotros somos mejores que en el último partido, si hemos mejorado partido a partido. Si los niños disfrutan, se divierten y que salgan de los partidos contentos con sus compañeros, con el trabajo que han hecho y sobretodo, con ganas de volver a entrenar para mejorar y ser mejores para la semana que viene.
Y no, hoy no voy a hablar de los productos que tenemos en Push Bars, porque todavía no hemos conseguido sacar ninguno que ponga sentido común, pero como dijo aquel, estamos trabajando en ello.
Comunidad: Colaboraciones
Tags: Fracaso, Aprendizaje
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