Es uno de los nombres más recurrentes del callejero de Madrid. Una denominación que, tal y como veremos hoy, se remonta al Siglo XV. Otro de los tantos secretos que merecen ser conocidos.
Una calle, una glorieta, una parada de metro...¡Incluso un barrio entero! Cuando llegué a vivir a Madrid no hacía más que toparme y escuchar, una y otra vez, el pomposo nombre de ' Embajadores ', una nomenclatura difícil de olvidar y sobre la que se cierne un curioso secreto que en esta ocasión me apetece compartir con todos vosotros.
Pegado y cosido al centro de Madrid y dispuesto al sur de éste, este castizo y genuino barrio administrativo, uno de los más poblados de la capital, queda delimitado por la Calle de Toledo, la de Atocha y la Ronda de Toledo. En su interior se celebra El Rastro, habita el Museo Reina Sofía o aún brillan algunas corralas. Como veis, intereses no le faltan pero ¿De dónde procede su original nombre?
Para hablar de esta historia tenemos que hacer un importante salto en el tiempo. ¿Nuestro destino? El año 1435. Es en aquel año cuando el monarca Juan II se encontraba en Madrid para recibir a la Embajada del Rey de Túnez, a la del Rey de Navarra, a la del Rey de Aragón y también una representación del Monarca de Francia. Un encuentro diplomático que se vio repentinamente afectado por la epidemia de peste que se empezó a propagar por Madrid, diezmando la población de la Villa.
Ante esa alarmante situación de extrema gravedad el monarca español optó por retirarse a Illescas para ponerse a salvo, una decisión que imagino pilló por sorpresa a todos esos embajadores que, en aquel momento, se quedaron descolocados y sin saber muy bien que hacer. La decisión que tomaron fue clara, apartarse del centro de Madrid e instalarse en una zona a salvo desde la que poder organizar su partida.
El Embajador de Túnez se retiró a la Quinta de San Pedro, su homólogo de Aragón hizo lo mismo en la Casa de Campo de Santiago el Verde. Por su parte, los diplomáticos de Navarra y Francia se alojaron juntos en otra finca. Todas aquellas construcciones compartían, más o menos, ubicación, al sur de Madrid. Por ello, toda esa zona que durante un tiempo gozó de tan notables vecinos se bautizó como el Campo de Embajadores. Y en recuerdo a aquellos tiempos se derivó el nombre de Embajadores que hoy todos conocemos, ¿Curioso, verdad?
Como podéis ver la placa de la calle, de algún modo, nos recuerda este caprichoso episodio.
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