Hoy volvemos a la carga con otra de esas expresiones que tienen su cuna en Madrid. No han sido pocas las veces que hemos mentado a un tal Calleja para referirnos a alguien que exagera o inventa una situación pero ¿Quién era aquel hombre y por qué usamos esta frase? Si la curiosidad os pica, seguid leyendo…
¿Quién no se ha intentando escaquear de una labor y le han espetado “tienes más cuento que Calleja”? Supongo que todos hemos tenido que aguantar, de manera justificada o no, estas palabras. En el secreto de hoy vamos a ir un paso más allá y averiguaremos un poco más sobre este buen hombre.
Saturnino Calleja (Burgos, 1853 – Madrid, 1915) fue un escritor y editor cuyo gran acierto fue el fundar en 1876 la Editorial Calleja, a partir de una pequeña librería propiedad de su padre, ubicada en la Calle de Valencia, 28, muy próxima a la Plaza de Lavapiés.
En su editorial se especializaron sobre todo en libros infantiles, un negocio que supieron explotar a las mil maravillas y lo que le permitió ser una de las más afamadas de España e Hispanoamérica. (Por ejemplo, en 1899 publicaron 3.4 millones de volúmenes). La fórmula del éxito de la Editorial Calleja fue aplicar unos precios muy económicos, asequibles al gran público ( 5 y 10 céntimos) e incluir numerosos y vistosos dibujos, una característica que hasta el momento sólo se podía disfrutar en libros considerablemente más caros.
Gracias a ello, la Editorial Calleja se hizo mundialmente conocida por la publicación y venta de sus cuentos. Un enorme catálogo del que derivó la frase todavía hoy conocida de “tener más cuento que Calleja”. Como última curiosidad añadir algunas de las licencias que en la empresa se tomaron al editar ciertas obras, en las que en ocasiones cambiaban aspectos de la trama o incluso los títulos a su antojo, de hecho, “Hansel y Gretel” pasaron a ser “Juanito y Margarita” mientras que “El Barón Munchausen” se convirtió en “El Barón Castaña”.
La empresa, tras pasar por las manos del hijo del fundador llegó a las de su nieto, llamado también Saturnino. El negocio sobrevivió a la Guerra Civil pero entró en un serio declive que le llevó a cerrar las puertas en 1958. Al menos la famosa expresión que seguimos utilizando nos recuerda su gran labor didáctica en el pasado, de la que se beneficiaron muchas generaciones de nuestro país.
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