Revista Empresa
Me comentaba un colega de profesión que en multitud de organizaciones se encuentra con profesionales con responsabilidad sobre personas y proyectos sin ninguna actitud y preparación para ejercer al menos dignamente su puesto de líder, responsables, jefe, encargado o como le queramos llamar.
De cómo han llegado hasta ese puesto, no quiero ser muy explicitó porque las vías son múltiples y todos nos las imaginamos o las hemos experimentado. Y además de estas carencias, se une que estamos inmersos en un cambio radical en las formas de concebir las empresas, de estar en ellas y de relacionarnos internamente. Progresivamente, va a ir desapareciendo el concepto de puesto de trabajo como tal, por que su sentido ha desaparecido y se tiende a trabajar en un proyecto y después en otro y así sucesivamente, vinculándose el profesional a un proyecto concreto más que a una concepción estática como el “puesto de trabajo” con una jerarquía establecida y con obediencia “ciega” al responsable. Es decir, los jefes tradicionales, digamos, están vía de extinción también. Soy de los que se suman a los que opinan que el nivel directivo de nuestros país deja mucho que desear, y son/somos los propios responsables el principal obstáculo para el cambio, del mantenimiento de estructuras obsoletas, de la cortedad de miras…
Por supuesto, que esta reflexión no es extrapolable a todos los responsables o directivos, pero que es algo que se observa en muchas organizaciones es un hecho. Ser un líder responsable, que predique con el ejemplo, que motive y desarrolle a su equipo, que trasmita confianza, que sea exigente siendo justo, que delegue, que sea éticamente y moralmente un jefe, es decir, del que se aprenda y aprenda de nosotros a veces parece más una quimera que una realidad. Pero si los hay. ¿Y de dónde vienen estos jefes maravillosos? Pues bajo mi opinión, del interés de ellos mismos por mejorar y/o por que su organización los prepara, los dota de herramientas y de habilidades para enfrentarse a retos, personas y metas. Es necesario con urgencia que ante lo que estamos viviendo rompamos la tendencia y creamos entre todos líderes que nos merezcamos. Que no dependa la motivación y el compromiso con la organización del jefe que te toque, sino que tengamos la posibilidad de conseguirlo por medio de la facilidad y ejemplo de nuestros responsables. Por todo esto, considero que la implantación de modelos directivos y de liderazgo que entrenen, ayuden, guíen y den sentido a lo que es un JEFE es una prioridad para muchas organizaciones. Y es verdad, que hay personas que les resultará difícil o rechacen cambiar su forma de dirigir o liderar pero por la experiencia que tenemos en tatum en el entrenamiento de modelos directivos, la mayor parte de los responsables que acuden a nuestros talleres reconocen que se les “quita la venda de los ojos” y sobre todo, sienten la importancia y transcendencia de su responsabilidad, además de dotarles de consejos, comportamientos y herramientas para desempeñar con eficiencia su cometido.
Por ejemplo, uno de los aspectos que trabajamos es la confianza, el sentirla, trasmitirla y sobre todo, ser conscientes de su transcendencia para los equipos y el sustento de toda sus actuaciones. La trabajamos desde a la óptica de la sensibilización obviamente. Los líderes que se les pueda llamar así, vienen de la preparación, del interés, de la humildad, del conocimiento y entrenamiento en las herramientas… y si… por su puesto… de que más que un buen profesional seamos BUENAS PERSONAS.