Revista Cultura y Ocio

De dos benedictinos santos.

Por Santos1
Santos Sigeberto, abad, y Plácido, mártir. 11 de julio.

De dos benedictinos santos.

Plácido entrega su cabeza a Sigeberto.

Sigeberto fue discípulo de San Columbano (23 y 26, en Locminé, de noviembre) en Luxeuil, que había sido entrenado bajo su gobierno. La leyenda le hace de origen irlandés, como a tantos misioneros del continente, pero su nombre típicamente teutón refuta esta idea. Acompañó a San Columbano y a San Gall (16 de octubre y 23 de noviembre, en Estrasburgo junto con Columbano) cuando estos emprendieron su misión apostólica entre los paganos en Suiza, y que sobre 613, cuando Columbano regresó a Bobbio, se quedó como ermitaño en los Alpes, cerca del nacimiento del Vorder Rhin. Construyó una pequeña capilla y celdas para él y para otros que se le fueron uniendo, entre ellos Plácido, hombre de grandes virtudes y dueño de las tierras en las que se establecieron. En 621 fundaron un monasterio bajo la Regla de San Benito, que dio pie a la abadía de Disentis, actualmente un bello edificio barroco. Alguna iconografía, muestra a Plácido como monje, otras como noble, sin que quede claro si tomó el hábito monástico.
A causa de la donación, Plácido sufrió ataques por parte un noble local, llamado Víctor, que reclamaba parte de las tierras del monasterio. Plácido se defendía una y otra vez, hasta que Víctor, cansado de perder, le asesinó, cortándole la cabeza. Según la leyenda popular, Plácido tomó la cabeza y echó a andar hasta que halló a una mujer, a la que pidió le diera su toca para envolver la cabeza. La mujer, asustada, como no, le lanzó la toca y echó a correr. El santo tomó la prenda, envolvió la cabeza y la llevó a su abad, Sigeberto, ante el cual cayó definitivamente. Este, le enterró piadosamente. Por su parte, Sigeberto entró en la gloria en 636, luego de evangelizar a los grisones, que le consideran su apóstol.
El obispo Tello de Chur, un nieto del asesino, en reparación al crimen, en el siglo VIII elevó las reliquias de Plácido y promovió su culto. El rey Pipino mandó hacer un bello sarcófago de mármol para contener el cuerpo. La cabeza, por su parte, se puso en un relicario de plata del siglo XIII. La veneración a ambos santos, sobre todo a las reliquias de San Plácido, se mantuvo ininterrumpidamente hasta 1799, cuando los franceses invadieron el monasterio, y lo saquearon. La cabeza del santo y el velo de la leyenda pudieron salvarse y volvieron a venerarse cuando regresaron los monjes en el siglo XIX.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo VI. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.
A 11 de julio además se celebra a San Berthevin de Sur-Vicoin, mártir.
Ver también: Santos cefalórofos.

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