Existe entre la Edad Antigua y la Edad Moderna un periodo de más de mil años que conocemos como Edad Media. Este nombre, con claro carácter peyorativo, se impuso como consecuencia de la necesidad de delimitar ese largo periodo de tiempo que tuvo lugar entre la civilización grecolatina y el Renacimiento. Precisamente, la caída del Imperio romano de Occidente marca el inicio de esta época y, el Renacimiento de esta misma cultura, el final de la Edad Media, siempre fechada en la caída del Imperio bizantino o en el descubrimiento de América.Nadie se acostó en la Edad Media y se levantó en la Moderna. Fue la idea de que, poco a poco, algo estaba cambiando, la que hizo preguntarse a los hombres “modernos” qué había ocurrido entre la decadencia de la cultura grecolatina y la llegada de la nueva época que ellos vivían marcada con el Renacimiento. ¿Qué había en medio? ¡La Edad Media! La oscura Edad Media, un tiempo de barbarie, de guerras sin fin, ignorancia, supersticiones y decadencia. Mil años para el olvido, que no merecían ni un nombre propio, solo “lo que estaba en medio”. Ignorando las mejoras en la navegación, la creación de las universidades, la invención del álgebra, de los molinos de vientos, de la lupa, las gafas, el reloj mecánico o la utilización de las puertas de esclusa para los canales, lo consideraron un tiempo oscuro y de retroceso.
Castillo de Olite, Navarra.
Tuvo que llegar el siglo XIX para que los hombres se replantearan esta visión sesgada y falsa. Mil años son muchos años para que no se haya hecho nada bueno… Con el Romanticismo nació el interés en la Edad Media, precisamente el periodo en el que se gestaron los países europeos y la identidad nacional. El arte de esa época resurgió con fuerza. Los románticos, siempre atraídos por las ruinas, tuvieron su fuente de inspiración en la arquitectura gótica, esas altas y maravillosas catedrales de las que se decía que una grieta podía hacerlas caer como un castillo de naipes… Curiosamente, las guerras mundiales desmintieron el mito.Catedral de Burgos.
En esa época se popularizó el concepto de Edad Media fantástica, retomando las viejas historias de gnomos, hadas y brujas, revalorizando los cuentos y curioseando entre los bestiarios.Ambos conceptos conviven hoy en día. Dos “Edades Medias” opuestas, ambas “inventadas”, que no hacen justicia a lo que realmente pasó en esos mil años. Pero, puestos a elegir, yo me quedo con “La Edad Media Fantástica” de Jurgis Baltrusaitis y “La Vida Cotidiana de los Caballeros de la Tabla Redonda” de Michel Pastoureau, dos libros recomendables y siempre interesantes.