Estamos dando por finalizadas las actividades que celebran el 50º aniversario de la Revolução dos Cravos, esa revolución ejemplar, no sangrienta, llevada a cabo por jovencísimos militares y apoyada al instante masivamente por el pueblo, para implantar en Portugal la democracia (tras más de cuarenta años de dictadura), acabar con las guerras coloniales (que llevaban sangrando al país 13 años) e impulsar el desarrollo económico de la nación sumida en la miseria.
Pero hay un detalle que siempre quiero resaltar en mis intervenciones y que viene respaldado por las declaraciones, publicaciones de "memorias" y conversaciones con buen número de aquellos oficiales implicados: la relegación a que fueron sometidos, e incluso las represalias absolutamente injustas de que muchos fueron víctimas en su carrera militar.
Me recuerdan al memorable libro escrito por el colombiano y Premio Nobel Gabriel García Márquez a finales de los años cincuenta, El coronel no tiene quien le escriba, en que un anciano militar retirado espera largos años por la concesión de una pensión, viviendo en tanto en la indigencia. Había hecho de muy joven la guerra contra la dictadura, se mantuvo fiel a sus principios progresistas y los avatares de la política cambiaron el rumbo del país, que les llevó al olvido y la indefensión. Eso sí, aquellos de los suyos que supieron adaptarse a las nuevas circunstancias, progresaron, se enriquecieron y olvidaron los tiempos de utopía. Es el caso del compadre del coronel, don Sabas, que incluso quiere abusar de su situación de miseria, comprándole a bajo precio la única posesión que le queda: un gallo de pelea.
Pues eso, aquellos militares de primera línea en la preparación y desarrollo de la El coronel Melo Antunes, considerado el principal ideólogo del Programa del Revolução dos Cravos van a sufrir un proceso igualmente doloroso. Movimento das Forças Armadas, denuncia que se asistió a una recuperação paulatina pela direita militar, que nunca tinha dado a cara, e do afastamento progressivo dos mais identificados com o 25 de Abril de 1974. El también coronel Sousa e Castro, destacado miembro del Conselho da Revolução, escribe: Muito desses militares foram "trucidados" na praça pública mediática, com o apoio de centrais de informação que dominavam revanchisticamente nos Estados Maiores, perante a complacência de alguns chefes. Y el general Pezart Correia, que fue Gobernador Militar de Alentejo en 1975, declara: Os militares que mais beneficiaram nas suas carreiras com o golpe de Estado dos capitães foram os que com mais reserva receveram a democracia e que mais rencor votaram aos seus autores, enquanto aqueles que para a democracia tinham contribuído e que melhores garantias davam de a servir, pasavam a reserva.
El mítico capitão de Abril Salgueiro Maia, considerado por muchos el mayor héroe de la Revolução, exclamaba diez años después de los hechos memorables: muitos pagam o idealismo e generosidade dos Capitães de Abril com o mesmo comportamento que caracterizou o regimem nascido em 28 de Maio [Golpe de Estado dictatorial]: a corrupção, a incompetência, o compadrio, o circo do Poder.
Él, precisamente, fue uno de los más maltratados, más injustamente tratados profesionalmente hasta su temprana muerte, con 47 años. En su testamento expresó la voluntad de que en su funeral solamente estuvieran presentes sus amigos, y temiendo que asistieran "personalidades oportunistas" indicó que se cantaran Grândola, Vila Morena, el emblemático himno de la Revolução. Como señalaría el coronel Vasco Lourenço, otro gran estratega de la hazaña y amigo suyo, igualmente relegado, lo pidió así para forçá-los a cantar ou pelo menos ouvir cantar.
(Fotos Conferencia en la Universidad de Évora)Sí, García Márquez se inspiró en su abuelo, el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejías, denunciando magistralmente la generosidad de unos y el egoísmo oportunista de otros, que al final son los que se quedan con las ganancias de lo que no lucharon, sino que se mantuvieron en la sombra, a la expectativa, saliendo a la luz para ponerse los primeros, arrinconar a los verdaderos protagonistas y recoger trapaceramente los frutos del triunfo. Es una reflexión que también hemos de hacer en estos últimos momentos de celebraciones y que nunca me olvido de indicar en mis intervenciones, porque es de justicia exponer la cara y la cruz de las monedas.