El otro día nuestro lector de inglés nos hablaba sobre el Remembrance Day y la historia de las amapolas en la solapa y el recuerdo a los caídos en las guerras mundiales. Cuando llegó nuestro turno de intervención uno de mis compas le dijo que, visto desde la perspectiva española, aquello que hacen allá es envidiable, porque todos unidos recuerdan a un enemigo común, mientras que aquí el enemigo siempre lo tenemos en el compatriota.
Inciso: ya os he dicho que mis clases de ingles este año molan. Aquí otra prueba.
Vuelvo. Ante el speech de mi classmate, que fue seguido con asentimientos de cabeza por el resto de españolitos presentes, nuestro lector -que es un inglesito del interior, muy típico, de familia granjera, pero muy viajado- se mostró, para nuestra sorpresa, en desacuerdo. Y dijo que, precisamente, esa supuesta unidad y esa devoción al UK de los años posteriores a la II Guerra Mundial, han traído movimientos como el UKIP, que promueve la salida del Reino Unido de la Unión Europea. "Yo he nacido en una isla y no quiero tener que usar el pasaporte cada vez que salga de ella", nos dijo. Y nos dejó pensativos, claro.
Qué complicado es todo, y qué bueno poder tener perspectivas diferentes.
Traigo esto a colación, porque venía yo dispuesta a escribir hoy un desahogamiento de esos rollo Españaza la de ayer, entre la duquesa y la Pantoja, etcétera, pero me he acordado del bueno de nuestro lector y me voy a contener. Un poco. Porque sigo creyendo que lo nuestro es peor y que ojalá Berlanga y Terenci Moix estuvieran aquí para narrarlo en su estilo.
Sólo diré que, desde luego, la duquesa fue un personaje único. Pero más desde el punto de vista frivolón que desde uno serio. Que veo yo muchas ganas de canonizarla, y que si los reyes que no han ido al funeral y tal... Y me pregunto, oiga, ¿acaso es que la buena señora ha cedido alguna de sus obras de arte al estado español? Por poner un ejemplo de algo que la hubiera hecho merecedora de los más altos honores en su despedida, digo. Cierto es que tiene mucho patrimonio, pero es suyo, que me parece muy bien, conste, porque cada cual nace donde nace y también tengo más suerte yo que los han nacido en África, pero que, maticemos, serenemos y pensemos.
O a lo mejor soy yo, que estoy sensible después de leer en todas parte los miles de millones de los que disponen los Alba mientras tengo que ver cada día como su palacio salmantino se cae a trocitos. Literalmente, que lo tienen envuelto en redes para que un cascote no acabe en la cabeza de algún guiri. Dicen ellos que es caro arreglarlo, que les tienen que ayudar las instituciones. Y no digo yo que no, pero es que servidora para las cosas de las piedras de la city es bastante radical y talibana. No puedo evitarlo. Me tocan a Charrilandia y saltó como un resorte...
Total, que como siempre lo que mejor hace España es enterrar. Que se nos da de lujo perder el oremus y la distancia. Y que nos arreglen el palacio ya, hombre. Hagan un poder, venga.
(Ah, en un día como hoy y más en este blog, hay que ponerla....):
Pues eso. España.