Escucho a Divididos y comparto el segundo fin de semana con mi compañera de emociones, Celeste.
Hay que madurar para aprender a tomarse las cosas con calma, con soltura, con tranquilidad propia del que sabe esperar para que las cosas pasen.
Cosas. En periodismo me enseñaron que no hay que despersonalizar así, qué cosa conviene contar antes que hablar de ese sustantivo inexistente que nos acerca al intangible.
La facilidad o dificultad de un acto se adecua a la perspectiva que se le ponga a lo que se está haciendo, pero lo relevante es la temática que se está queriendo abordar.
Lo que por discordancia nos promueve interés también tiene que entrar en la bolsa de lo que nos define. Tanto trabajar esa contrariedad, ese malestar, saldrá más tarde que temprano algo que nos haga resolverlo desde la perspectiva indicada. La del positivismo. Confía, todo termina pasando.
Entrega constante tampoco es lo que se me pide ni le pido eso mismo al otro, es el equilibrio entre lo que se distingue como posible de hacer y lo que se puede dejar y esperar el momento propicio.
Hospicio de agente interviniente.
¿Y qué importa el juicio si se entrega en la conciencia de saber aportar a la causa?
La quintaesencia es la expresión de la propia divinidad a través del cuerpo físico y concretado en dicha en la propia vida.
No hay otra forma de canalizar mejor que siendo parte.