Los últimos diez años han sido de duros golpes militares a las Farc. La mayoría de comandantes históricos de esta guerrilla han muerto en operaciones y combates con la Fuerza Pública que han incluido importantes labores de inteligencia. La lista de golpes es larga e incluye la caída, en 2011, del máximo comandante de esta agrupación insurgente: Alfonso Cano.
El Espectador reconstruyó algunos de estos episodios en voz de altos mandos guerrilleros que participaron en investigaciones sobre lo sucedido o guerrilleros rasos que fueron testigos de lo ocurrido en las montañas de Colombia. Sin discursos políticos, los guerrilleros contaron a este diario su versión de los hechos y brindaron información hoy desconocida en torno a los vericuetos por los que la inteligencia de las Fuerzas Armadas consiguió acceder a información privilegiada, que condujo a las trincheras de los más importantes cuadros de las Farc.
“La inteligencia utiliza todos los métodos, los legales y los ilegales. Y su estrategia se depuró hace unos 15 años, cuando los Estados Unidos llegaron a asesorar directamente a las Fuerzas Armadas. Antes, si cogían a un guerrillero, lo mataban o lo mandaban a la cárcel. Pero los gringos les dijeron que estaban perdiendo la información y entonces echaron a andar nuevas técnicas. Hoy mezclan capacidad tecnológica con medios de presión físicos o psicológicos que conducen a la delación”, explica un alto comandante de las Farc.
“El aspecto técnico es muy sencillo: conseguir colocar posicionadores en campamentos de las Farc, y la gracia está es en cómo los consiguen filtrar. Los microchips vienen en grabadoras, radios, computadores, bafles, relojes, lentes, ropa, comida o toallas higiénicas. Entre la panela, el arroz o el fríjol. Hasta en los jabones. Consiguen el abastecimiento de la ropa camuflada y le ponen costuras especializadas con un hilo fluorescente que se ve desde el aire. A las carpas de techo también les ponen una pintura especial que vista a través de aparatos especializados nos deja al descubierto. Son ingenios de la inteligencia”, agrega.
Y explica que estas tecnologías van acompañadas de otro tipo de inteligencia. “Una que apela al lado flaco de las personas, a sus familias, a sus cariños, a sus dolores, a sus enfermedades. Cualquier operativo empieza por conocer los detalles de un guerrillero. Su situación emocional y material. Por ahí buscan el camino”, precisa. “Una de las herramientas de la inteligencia es la llamada presión psicológica.
Una presión que se ejerce de distintas maneras. Puede ser la tortura física, o la sicológica, a través de la cual amenazan al capturado con pasar años en la cárcel, con ser extraditado o con meter presos a sus familiares o amigos. Otras veces, se van por el lado de la persuasión, convenciéndolos con beneficios judiciales y materiales. En muchas situaciones se utilizan técnicas mezcladas. Le dicen que si no colaboran se van para la cárcel, pero si ayudan, les ofrecen la libertad, dinero y cambio de identidad.
Operación Fortaleza II
En noviembre de 2010, el entonces ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, dio a conocer que la compañera sentimental de Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, preso en Estados Unidos, había muerto en un bombardeo y que presumiblemente también había caído su hija menor, una niña de 17 años llamada Alix. Un guerrillero que fue testigo de los sucesos, lo cuenta así: “Alix vivía fuera de Colombia y empezó a andar con un muchacho mayor. Entonces manifestó que iba a dejar de estudiar para casarse con él. Se le aconsejó que terminara los estudios y que a partir de ahí, hiciera lo que quisiera. Lucero se preocupó y mandó a cuadrar una reunión para verse con ella. La cita se organizó y la niña llegó con el muchacho. Por cuestiones logísticas Lucero no llegó. Nos sentamos a hablar con la muchacha para persuadirla. No podíamos tomar ninguna decisión. Busqué la manera de hablar con el joven para que me ayudara a hacerla entrar en razón. Le dije que esperara, que la dejara terminar el colegio. Le pregunté de qué iban a vivir. Me dijo que tenía un trabajo estable, que era policía en Ecuador. Entonces eso encendió las alarmas. Le dijimos que era una situación difícil y que esas eran decisiones que le correspondían a la mamá. Se le avisó a Lucero y ella corrió a cuadrar un nuevo encuentro. A la niña se le dijo que el muchacho no podía volver a un campamento por cuestiones de seguridad, y a él se le explicó que no era nada personal. Dos meses después se coordinó un nuevo encuentro y ella llegó otra vez con el joven. El guerrillero sabía que había orden de no dejarlo subir a la lancha. Se despidieron y, antes de que ella se fuera ,él le dijo que llevara el celular para que le avisara que había llegado bien. Cuando llegaron, a las 9 o 10 de la noche, Lucero y la niña hicieron la cama, comieron y hablaron un rato. Cuando se iban a dormir la niña dijo que tenía que llamar al muchacho a avisarle que estaba bien. Lucero le dio permiso. Ella marcó y a los 10 o 15 minutos llegó el avión y soltó las bombas. Ambas murieron”. Operación Odiseo El golpe militar más fuerte que las Fuerzas Armadas le han dado a las Farc fue el 4 de noviembre de 2011, fecha en la que ya se habían iniciado los acercamientos entre el gobierno Santos y esa guerrilla. La operación fue bautizada como Odiseo, y en ella murió el máximo comandante de las Farc: Alfonso Cano. Una de las personas más cercanas, que vivió en carne propia la persecución contra el jefe guerrillero, narró los detalles de cómo se realizó la operación de inteligencia. “El operativo empezó en el año 2010, en los últimos meses del gobierno Uribe, siendo ministro Juan Manuel Santos. Uribe puso en marcha un comando conjunto en el Tolima, cuyo objetivo era dar de baja a Alfonso Cano”, explica el jefe guerrillero desde La Habana. Y continúa: “Ellos hicieron el trabajo de inteligencia. Siguieron las fuentes de abastecimiento y esculcaron en su vida y sus círculos sociales, pero lo que los enrutó fue que en una de esas indagaciones descubrieron quién integraba la guardia de Alfonso, y descubrieron que Efraín, uno de los hombres de su seguridad, tenía a la mujer presa. Se llamaba Amanda y estaba injustamente condenada a 40 años de prisión. Era una guerrillera rasa que estaba en una cárcel de Bogotá y tenía una hija con Efraín. Un día la niña desapareció, o eso le dijo Amanda a Efraín. Ella buscó la manera de comunicarse con el marido y le transmitió lo que estaba pasando. Esa comunicación empezó a ser interceptada. Él nunca nos comentó nada de lo que le estaba pasando, porque suponía que si nos decía se le iba a restringir la comunicación. Así el Ejército siguió el rastro de Alfonso. Por eso nunca se pudo quitar la persecución, hasta que se produjo el desenlace fatal. En medio del operativo, cuando Alfonso pasó del Tolima para el Cauca, ella fue trasladada a la cárcel de Jamundí. Era una manera de darle seguridad a Efraín, que para ese momento ya estaba trabajando para ellos. Cuando Alfonso murió Amanda salió en libertad y Efraín debe estar por salir”, concluye. La operación que no dio con “Oliver Caquetá” Oliver Caquetá llevaba muchos años con un compañero que se llamaba Édgar 48. Siempre llegaban a un lugar en el Putumayo, donde había una casa de dos abuelos que los recibían. Llevaban años llegando a esa casa a orillas de un río. Un buen día apareció un nieto de los viejos. Un muchacho joven. Los abuelos dijeron que era su nieto, que llevaba años perdido y que vino a visitarlos y ayudar a rajar la leña. A ellos les pareció sospechoso y le pusieron vigilancia. Ahí descubrieron que el muchacho se encontraba con dos hombres de esos Jungla, que andan cerca de los campamentos. Los capturamos a los tres por separado y los Jungla informaron que él también era del Ejército. Al principio nadie creía, le dijimos que era carreta para joder al muchacho. Uno dijo que había participado en la operación de Raúl Reyes y dijo: “Si no me creen revisen la casa, que allá tenemos una dinamita”. Fueron a revisar y efectivamente. Pusimos a los tres frente a frente y le dijimos al nieto: ¿Usted es capaz de matar a sus abuelos? Y el hombre dijo que sí, que le habían ofrecido plata. El día que casi matan a “Fabián Ramírez” Así como ha habido operaciones de inteligencia que han logrado su cometido, muchas no lo han logrado. Es el caso de una que buscaba acabar con la vida de Fabián Ramírez, uno de los comandantes guerrilleros más buscados. “En 2006 mi hija cumplía 15 años y quería pasarlo conmigo. Ella vivía en Ibagué, donde tenía una vecina que la trataba con mucho cariño. Cuando le dieron la noticia a la niña de que nos íbamos a ver, ella, muy inocentemente, le contó a la vecina. Entonces la señora con malicia le dijo que le tenía un regalo, que le iba a servir para el viaje, que era muy largo, y le dio un iPod. La niña llegó a las 4 de la tarde y a las 5 empezaron a rodearnos los aviones. Nos pareció raro. Nos movimos a un punto y nos soltaron un desembarco. Nos replegamos, caminamos y nos soltaron el bombardeo. Entonces empezamos a preguntarnos porqué nos tenían tan ubicados, justo desde la llegada de la niña. Le pedí que me dejara ver todo lo que traía. Lo cogí y lo enterré. Y allá fueron a dar las bombas y nosotros nos quitamos la persecución”. Operación Fénix La operación Fénix, realizada el 1º de marzo de 2008, fue un bombardeo llevado a cabo en la región de Angosturas, Ecuador, por las Fuerzas Armadas colombianas. En él murieron 20 guerrilleros, entre ellos Raúl Reyes, segundo hombre al mando de las Farc y encargado de manejar las relaciones internacionales de la organización. Aunque en la guerrilla no se supo con claridad cómo fue exactamente que las Fuerzas Armadas dieron con la ubicación de Reyes, tienen claro que fue una de las primeras operaciones en las que se utilizaron posicionadores y alta tecnología. “Como él era delegado internacional recibía muchas visitas, cartas y objetos. En ese caso se pudieron haber conjugado la infiltración de aparatos tecnológicos e información por fuente humana. Lo único cierto es que en ese momento en las Farc no teníamos mucho conocimiento sobre este tipo de tecnología y no se tomaban las medidas de seguridad suficientes”, detalló un comandante guerrillero que pasó muchos años con Reyes. Jaque Esta es la operación militar más famosa que haya liderado el Ejército colombiano en su historia. Se realizó el 2 de julio de 2008 y logró la liberación de 15 secuestrados por las Farc, entre ellos la excandidata presidencial Íngrid Betancourt y tres contratistas norteamericanos. La operación se logró sin disparar una bala y el ministro de Defensa de la época, el hoy presidente Juan Manuel Santos, la calificó como una operación de astucia e inteligencia, pues se hizo simulando un traslado humanitario de los plagiados. Sin embargo, en la guerrilla se cuentan algunas variaciones de la historia. “Lo que supimos fue que Adriana, que era la mujer de César, el comandante del primer frente, fue capturada cuando iba a buscar unos equipos de comunicación. Él la mandó sin avisar a sus superiores y como esos son los lugares donde se consiguen esos aparatos, están infiltrados por la inteligencia. Allá la cogió un paisa muy enredador. El tipo la convenció de ir a otro lugar por los equipos, que allá iban a salir más baratos y ella se deslumbró con la idea. En esas ella fue capturada y llamó a César a decirle que la habían cogido y que la estaban amenazando con que se iba a podrir en una cárcel si no colaboraba. El hombre se dejó ganar por la angustia y le cogió la cuerda. Ella le dijo que le estaban prometiendo cambio de identidad, casa, trabajo y plata. El hombre ya en ese momento estaba emproblemado por no reportar la situación. Eso era una falta grave y ella lo presionó. Ese fue el caballo de Troya. El resto es lo que todos conocen. César se inventó el operativo de traslado, y para que no se le cayera la coartada fue sacando a las personas que podían llegar a alertar sobre una operación tan sospechosa. Con ese cuento convenció a la gente y por eso los helicópteros llegaron con insignias de la Cruz Roja”, narró quien hizo la investigación en las Farc. Operación Camaleón La operación Camaleón fue realizada por el Ejército Nacional en las selvas del Guaviare el 13 y el 14 de junio de 2010. Allí fueron rescatados cuatro uniformados que llevaban años en poder de las Farc, entre ellos el general Luis Erlindo Mendieta. La operación fue comparada en su momento con Jaque, pues no hubo muertos entre las Fuerzas Armadas. “El comandante era Chucho, del séptimo frente, y estaba encargado de cuidar a los prisioneros de guerra. A él le capturaron el abastecedor, que es la persona que entra la remesa, las botas, la intendencia, lo que consumimos los guerrilleros”, cuenta un comandante guerrillero. “Al abastecedor lo llevaron al batallón Joaquín París, donde lo presionaron y lo hicieron comprometerse a ayudar. Chucho lo había mandado a traer unas cosas del Huila, y el tipo empezó a demorarse, pero como era de confianza, Chucho, contraviniendo una medida de seguridad que obliga que en esos casos la persona se retire del lugar, se quedó esperándolo como un mes. Cuando llegó vino con todo y Ejército. Ahí rescataron al general Mendieta, al coronel Enrique Murillo, al coronel William Donato y al sargento del Ejército Arbey Delgado”, rememora un miembro de la delegación de paz de las Farc que participó en la investigación de lo ocurrido. Operación Sodoma La muerte de Jorge Briceño, más conocido como el Mono Jojoy, se produjo tras varios bombardeos ocurridos entre el 19 y el 22 de septiembre de 2010, en la vereda La Julia, municipio de La Uribe (Meta). Tras la operación militar, el presidente Juan Manuel Santos y el ministro de Defensa de entonces, Rodrigo Rivera, festejaron el resultado y afirmaron que había sido producto de una cuidadosa tarea de inteligencia. Por esos días se supo que los seguimientos habían permitido identificar que Jojoy necesitaba unas botas especiales para la diabetes y que fue en el calzado que se le infiltró un localizador que dio las coordenadas exactas del jefe guerrillero. “La operación contra el Mono fue una confrontación que venía de meses atrás en la serranía de La Macarena. Había combates y bombardeos permanentes. Entonces empezaron a hacer inteligencia para entrarnos. Pillan que el Mono necesitaba unas botas especiales para la diabetes. Cuando le llegaron, al hombre le gustaron porque se sentía mejor. Eran feas y por eso las llamaba las botas del bobo. Esas fueron encargadas por teléfono, esa llamada la rastrearon y por el camino las cambiaron. Pero ese no fue el único elemento para que lo localizaran. Por esos días no conocíamos tan bien el tema de los posicionadores y la tecnología. pero ya nos tenían inundados con esos aparatos”, relata un comandante de la delegación de paz.
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